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Apego material: de dónde viene y cómo combatirlo

Todos somos propensos a desarrollar apego material en algún momento de la vida. Después de todo, la sociedad moderna considera muy importantes aspectos como la propiedad y el estatus socioeconómico, e incluso suele suponerse que, entre más cosas tiene una persona, mayores serán sus probabilidades de ser feliz.

En este artículo, abordamos la relación entre el materialismo y la felicidad, cómo identificar el apego material y cómo combatirlo para acceder a una vida más plena. 

No es lo que tienes, sino lo que piensas de lo que tienes

Hay mucha discrepancia en cuanto al verdadero impacto del dinero y la riqueza en el bienestar, o si realmente puede “comprarse” la felicidad.

Algunos estudios sugieren que el dinero puede convertirse en un agente motivador para alcanzar nuestras metas, pero también hay evidencia de una relación negativa entre el materialismo y el éxito en el matrimonio; además, se ha establecido un vínculo entre el apego material y la depresión. 

Cuando asumimos que la acumulación de objetos (a veces innecesarios) nos conducirá a la felicidad absoluta, nos condenamos a expectativas imposibles de alcanzar. En lugar de pensar en los aspectos materiales de la vida como “fórmulas mágicas” para la plenitud, los expertos recomiendan enfocar la riqueza material como “señales del éxito” que hemos construido con los años. 

Así evitaremos sentirnos frustrados o dar demasiada importancia a los objetos materiales, y será más sencillo experimentar satisfacción en otras áreas importantes de la vida, como el amor, la vida familiar y la profesión. 

¿Cómo identificar el apego material?

Si has caído en las redes del apego material, es probable que sensaciones negativas como la angustia y la insatisfacción sean habituales para ti. Presta atención a los siguientes síntomas para saber cuándo debes tomar cartas en el asunto:

Comportamiento narcisista. Si te has descubierto menospreciando a otras personas con base en lo que tienen, o en lo que tienes tú, haz un alto y reflexiona sobre de la naturaleza de tus valores y principios. No solo corres el riesgo de convertirte en alguien indeseable para quienes te rodean, sino que, al medir tu valor con base en el tamaño de tu casa o el precio de tu coche, te expones a perder tu propia identidad si alguna de estas posesiones materiales llegan a desaparecer algún día.  Compras impulsivas. Muchas veces, el apego material es una manifestación inconsciente de vacíos emocionales y memorias de dolor. Puede ser muy difícil afrontar la pérdida de un ser querido, episodios de vida traumáticos o aprender a gestionar el estrés; en casos como este, las compras impulsivas se convierten en un aliciente que usamos para adormecer temporalmente nuestro malestar psicológico. Por supuesto, el efecto analgésico de la acumulación compulsiva es muy corto, de modo que siempre será mejor buscar ayuda profesional para evitar que el apego material nos esclavice. Apatía y malas relaciones interpersonales. Antes comentamos que existe evidencia de una relación directa entre el materialismo y el fracaso en el matrimonio, pero los mismos efectos negativos pueden verse entre parejas estables, amigos, compañeros de oficina y familiares. La razón es que el apego material dificulta conectar emocionalmente con los demás, pues la ambición y la competitividad impiden a las personas materialistas dar prioridad a experiencias intangibles.Consejos para combatir el apego material

Dejamos que el apego material nos consuma cuando olvidamos que la vida está llena de pequeños detalles que pueden hacernos sentir mucho más plenos que una visita al centro comercial, o un televisor gigante. 

Especialistas de la Universidad de Binghamton sugieren no perder de vista aquellas experiencias que, sin necesidad de pagar un centavo, nos alegran física, emocional y espiritualmente, como pasar tiempo en familia, ver una película en pareja o acariciar a nuestra mascota. 

Adicionalmente, los siguientes consejos pueden ayudarte a iniciar un proceso de desapego material que mejorará inmensamente tu vida: 

  • Pasa más tiempo al aire libre, y reemplaza las visitas de ocio a centros comerciales y tiendas por paseos a la playa, o al campo.
  • Evita la publicidad excesiva (televisión, revistas, Internet…), en especial si eres propenso a comprar por impulso. 
  • Haz una lista de todas las cosas que tienes en casa y por las cuales te sientes agradecido (electrodomésticos, muebles, ropa…).
  • Es probable que no seas capaz de listar todo, o que no recuerdes por qué compraste algunas cosas; considera separarlas del resto y evaluar, honestamente, si en realidad las necesitas.
  • Si decides que no son necesarias, puedes regalarlas, donarlas o hacer una venta de garaje. 
  • Cuando decidas que una compra es necesaria, pon en práctica el truco del “mañana lo hago”. Consiste en postergar cualquier adquisición que no sea urgente (es decir, fundamental para tu salud). Puede que, al día siguiente, te descubras menos entusiasmado por la idea de comprar; así, progresivamente, irás aprendiendo a distinguir entre las compras necesarias y las innecesarias.
  • Examina los motivos emocionales ocultos detrás de tu apego material.
  • Si te cuesta dejar el teléfono a un lado 20 minutos, por ejemplo, pregúntate cuál es el origen emocional de ello: inseguridad, miedo a estar solo, problemas para confiar en tu pareja, necesidad de ejercer control…
  • La misma fórmula aplica a todos los objetos a los que has desarrollado apego en tu vida, siempre hay un motivo emocional detrás que posiblemente se remonte a tu infancia. 
  • Practica la bondad compartiendo tus recursos con quienes más lo necesitan. Quizás descubras que muchas personas, teniendo menos que tú, se sienten más agradecidas con la vida.
  • Recomendaciones finales

El apego material nubla nuestra capacidad para disfrutar al máximo de la vida. Para evitarlo, recuerda que las posesiones materiales pueden ser vistas como un reflejo de nuestro éxito personal, pero no garantizan la felicidad. 

Dale prioridad a los buenos momentos y recuerdos. Serán lo único que importe al final del viaje.  

El arte de saber vivir. 

 

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