Por: Cortesía

Artista hace esculturas vivientes con algas que respiran CO2

Vladimir Kanic afirma que quiere que sus esculturas inspiren a pensar de forma diferente sobre las malas noticias en torno al medio ambiente.

Vladimir Kanic es un cineasta y videoartista, además de licenciado en informática, que llegó a Canadá poco antes de la pandemia de covid-19. La intención de Kanic, nacido en Croacia, era estudiar una maestría en el Ontario College of Art and Design. Sin embargo, la pandemia lo tomó por sorpresa y se quedó aislado en un departamento de un país desconocido para él.

La ansiedad y el tiempo libre lo llevaron a tomar cajas de ensalada de algas que tenía a su disposición, además de otros objetos, y comenzó a experimentar con ellas. Procesó las algas para convertirlas en biopolímeros, también conocidos como bioplásticos. Poco a poco, a medida que experimentaba, empezó a convertir los biopolímeros en esculturas.

Dice que en algunas de sus primeras obras aún pueden verse las semillas de sésamo que había en la ensalada. Kanic empieza cocinando las algas hasta que se convierten en “una enorme lámina de papilla húmeda”, dice el artista, que ahora cultiva las algas que usa como material para sus obras de arte.

A partir de ahí, le va dando forma a medida que se seca, aunque afirma que sólo tiene un 20% de control sobre el resultado final.

“Las fuerzas de la física le dan forma”, dice. “Es una especie de arte aleatorio. Nunca sabes lo que va a salir de él… Siempre digo que es como si el arte siempre estuviera ahí, ¿no?”.

A partir de ahí, añade algas vivas a las piezas. Las algas “comen” dióxido de carbono y desprenden oxígeno, mientras que las personas respiran oxígeno y exhalan dióxido de carbono, lo que significa que las esculturas y las personas que las contemplan interactúan de una forma muy singular. Arte y seres humanos comparten vida.

Kanic afirma que quiere que sus esculturas inspiren al público a pensar de forma diferente sobre las aparentemente constantes olas de malas noticias que todos recibimos cada día, especialmente en torno al medio ambiente.

“La escultura crece en función de la cantidad de espectadores y de la cantidad de respiraciones que se le da a la escultura”, dice. Hay entre 40 y 60 litros de algas por escultura. Eso equivale, digamos, a 400 árboles. Eso es lo que demostró mi investigación. Y cumplen esta función además de ser una obra”.

La obra de Kanic le ha hecho ganar el premio Career Launcher del Artist Project, una megamuestra en la que participan más de 200 artistas independientes y que se celebra actualmente en el Better Living Centre del Recinto Ferial de Toronto.

“Nos bombardean con un flujo constante de noticias negativas. “El planeta se va a la mierda: esta crisis, aquella crisis. Pero la gente, cuando ve mis obras, se siente libre para entablar conversaciones más profundas sobre la vida, los microorganismos, la biología, la arquitectura. Se sienten muy liberados para hablar del cambio climático, ¿verdad? Pueden decir “esto es lo que pienso” y no es una conversación deconstructiva o agresiva. Así que pienso en [las esculturas] como un faro de esperanza, donde pueden inspirar a las comunidades a resolver realmente algunas cosas que no se están resolviendo”.

MUY INTERESANTE.

 

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