A pesar de las evidencias arqueológicas encontradas, los vestigios en las cercanías de Yonaguni no han sido reconocidos oficialmente por Japón.
A casi 500 kilómetros al suroeste de la isla de Okinawa, colindando con Taiwán, una pirámide fue tapizada por el mar hace 2 mil años. En esta ocasión, quien ocasionó el hundimiento fue un terremoto. Con los años, los habitantes de lugares aledaños no creían que realmente hubiera existido: se convirtió en el Atlantis asiático. Debajo de las olas, un halo místico envolvió a Yonaguni, la ciudad perdida.
Mar adentro
Así como Japón es un conglomerado de islas, parece también un archipiélago de ciudades perdidas. El caso de Yonaguni es icónico porque, literalmente, su historia, costumbres, formas de vida y tradiciones se las llevó el mar. Nadie tenía la certeza de que realmente hubiera existido, porque todo se ahogó en las profundidades del Pacífico.
No fue hasta que Masaaki Kimura, un geólogo marino de la Universidad de Ryukyus en Japón, se puso a investigar qué había pasado que la ciudad perdida ganó atención mediática nuevamente. Junto con un equipo de científicos, se sumergió en el lugar en donde antiguamente se erigía el pueblo ancestral. Sólo buceando se dio cuenta de que, efectivamente, ahí había una pirámide.
La investigación ha tomado 15 años. En este tiempo, Kimura se ha dedicado a hacer mapas y medir el perímetro de las formaciones que encontró mar adentro. Según su testimonio, cada vez que vuelve al sitio se convence más de que, debajo del barco de buceo, existió una ciudad de más de 5 mil años, devastada por un desastre natural fulminante.
En las inmediaciones, Kimura ha encontrado un castillo, un estadio de dimensiones considerables y un arco del triunfo, conectados por lo que parecen ser caminos antiguos y acueductos. En total, el área puede cubrir hasta 300 por 150 metros de superfice, escondida debajo del cobijo del Pacífico.
Silenciada por las olas
A partir de imágenes satelitales hemos podido entender la extensión que antiguamente tuvo Yonaguni. Pirámides, centros rituales y edificios de control político se alzaron sobre la ciudad, hasta que fue silenciada por las olas:
“La estructura más grande parece una complicada pirámide monolítica escalonada que se eleva desde una profundidad de 25 metros”, explica Kimura a National Geographic, con respecto a la publicación de sus hallazgos.
Sin embargo, las afirmaciones del experto no han pasado sin generar respuestas ácidas. Otros autores piensan que su investigación está desviada por el entusiasmo de haber encontrado una civilización perdida. Algunos creen que, en lugar de ser una pirámide escalonada, realmente se trata de formaciones rocosas naturales, sin intervención humana.
Robert Schoch, profesor de ciencias y matemáticas en la Universidad de Boston que ha buceado en el sitio, explica que éste un concepto de geología básica. Las areniscas —material con el que están hechas estas formaciones—, tienen a romperse a lo largo de los planos y terminan en bordes rectos. “[…] particularmente en un área con muchas fallas y actividad tectónica“, asegura.
Dudas y falta de apoyo sobre Yonaguni
Kimura no cuenta con el apoyo de la Agencia de Asuntos Culturales del gobierno japonés, que ha mostrado sus reservas con respecto a sus hallazgos. Ni siquiera el gobierno de la prefectura de Okinawa reconoce que los restos de Yonaguni sean algo de importancia cultural. Lo único que queda como un registro estatal es una isla inhabitada al sur del archipiélago de Ryukyu, en la frontera con Taiwán.
A pesar de que los primeros registros de la supuesta pirámide datan de 1986, el Estado japonés ha optado por dudar sobre los hallazgos. A pesar de que hay expertos que piensan que se trata de vestigios de la icónica civilización Mu, las dudas del gobierno no han permitido oficializar los descubrimientos debajo del mar.
Hoy, a pesar de las reservas estatales, es posible visitar Yonaguni de manera turística. Sobre la isla hay vacas, y las olas del Pacífico no representan una amenaza. Por el contrario, es posible bucear alrededor de los supuestos vestigios de la ciudad hundida. Ante la incertidumbre y la falta de confirmación gubernamental, los locales siguen llamándola ‘Iseki Tanto’: punto de ruinas.
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