El ‘gaslighting’ es un tipo de violencia emocional basada en el chantaje entre dos personas. Éstas pueden ser las consecuencias.
“Yo nunca dije eso.” “Debiste haber sabido cómo iba a reaccionar.” “Es tu culpa, por hacerme enojar.” “Estás loca.” Todas estas son frases que dice la gente para manipular a otra persona. Como una forma de manipulación y dominio emocional sobre los demás, el ‘gaslighting’ es un fenómeno ampliamente extendido del que se habla realmente poco.
Sin embargo, el gaslighting es común en las relaciones tóxicas no sólo de pareja. Este fenómeno se aprecia entre amistades, de padres a hijos e incluso en relaciones disfuncionales de trabajo. Generalmente, sucede en situaciones en las que una persona tiene mayor jerarquía o poder sobre alguien más, y usa ese privilegio para aprovecharse injustamente del otro.
Para evitar que te suceda, éstas son algunas señales de alarma.
Nadie está loco
Antes de abordar las consecuencias del gaslighting, es importante saber a qué nos referimos con ese término. Aunque el fenómeno no es nuevo, y antes sencillamente se catalogaba como una forma más de manipulación, en la actualidad se entiende como un tipo de violencia psicológica.
En las situaciones en las que ocurre gaslighting, generalmente hay dos partes: el manipulador y el manipulado. Como en cualquier relación de poder, uno intenta dominar al otro para sacar algún beneficio de su sometimiento:
“Los psicólogos usan el término “gaslighting” para referirse a un tipo específico de manipulación en la que el manipulador intenta que otra persona (o un grupo de personas) cuestione su propia realidad, memoria o percepciones“, explica NBC News, la cadena noticiosa de Estados Unidos.
El resultado se aprecia, nuevamente, desde dos puntos de vista. El manipulador controla los sentimientos de la otra persona, haciéndole sentir culpa, aturdimiento y confusión sobre sus propios sentimientos u opiniones. Aunque podría parecer fácil salir de situaciones así, la realidad es que los vínculos emocionales o sociales con quien ejerce la violencia generalmente son estrechos.
Esto dificulta que la otra persona se responsabilice sólo de sus actos. Por el contrario, es común que sientan que nada es suficiente para satisfacer a la otra persona. O lo que es peor: que están mal por ser ‘demasiado sensibles’ ante la violencia que experimentan. Éstas pueden ser las consecuencias de perpetuar este tipo de vínculos.
¿Por qué el gaslighting es violencia?
De entrada, obligar a alguien más a hacer algo que no quiere hacer es violencia. No sólo se están traspasando límites elementales de respeto, sino que se somete a alguien a condiciones que limitan su libertad en favor de otra persona. Aunque sea de manera inconsciente, el gaslighting opera de la misma manera.
De acuerdo con Robin Stern, PhD, directora asociada del Centro de Inteligencia Emocional de Yale, el peligro del gaslighting radica en que tienes que “dejar ir tu realidad” para evitar un conflicto con alguien más. El problema es que estas dinámicas empiezan con frases y acciones que parecen inofensivas.
Cuando la gente menos se da cuenta, los comentarios se convierten en agresiones directas e incluso, en algunos casos, en violencia física. Depende mucho del tipo de relación de la que se hable, pero la tendencia siempre es la misma. Como en efecto de ‘bola de nieve’, las agresiones se hacen cada vez más intensas, hasta que la otra persona no confía en sí misma ni en su propia percepción de que algo está mal.
¿Qué puedo hacer si sufro de gaslighting?
Antes que nada, es importante reconocer que tus sentimientos son válidos. Y lo que es más: que no estás loco. Lo que te está pasando es real, aunque las personas a tu alrededor te digan lo contrario. Una vez que sabes que lo que sientes es cierto, es mucho más fácil saber desde dónde y hasta qué punto puedes actuar.
Una de las primeras señales de alarma que deben de tomarse en cuenta al padecer gaslighting es que la otra persona te hace sentir como que ‘estás loco’. Desde el enojo o la franca ignorancia, puede hacerte pasar un muy mal rato, en el que te cuestionas si lo que dijiste fue inadecuado, o sobrepiensas tu reacción natural ante una situación estresante.
Aunque la gente no siempre tiene la intención de lastimar a alguien, el gaslighting debe de frenarse antes de que la ‘bola de nieve’ se estrelle y genere una tormenta incontenible. Muchas veces, la persona no tiene una mala intención. Por el contrario, según reconoce NBC News, tiene que ver con “cómo te criaron”.
A pesar de ello, este tipo de violencia es inadmisible en cualquier circunstancia. Marcar límites sanos es el siguiente paso a seguir.
MUY INTERESANTE.