La inauguración del Cencalli, casa del maíz y la cultura alimentaria, contó con un amplio programa de actividades artísticas y una degustación de alimentos derivados.
Anunciado como uno de los espacios más importantes dentro del Complejo Cultura Los Pinos, la tarde de este miércoles abrió sus puertas el Cencalli, la casa del maíz y la cultura alimentaria, en lo que fuera el antiguo Molino del Rey y la elección del 29 de septiembre no es casual, porque desde hace más de 10 años, diversas organizaciones agrupadas bajo el lema “Sin maíz no hay país” han celebrado el Día Nacional del Maíz en esta fecha.
Un espacio que abre en la planta baja con una exposición temporal, cuyo tema es la historia del molino del rey, donde se muestra, entre otras cosas, que el Molino y todo el complejo que conforma Chapultepec “está ligado al bien más preciado, el agua, y defender su suelo de conservación es una necesidad imperiosa para que esta urbe tenga un futuro”, en palabras de Cristina Barros, curadora de la casa del maíz.
“Luego vendrá el recorrido por todos los temas que el maíz abarca. Se ha buscado, aunque con leves pinceladas apenas, tocar el amplio universo vinculado con esta planta sagrada: sus orígenes, la proeza de su domesticación, el espacio en el que se desarrolla, que es la milpa, su papel protagónico como alimento, la creatividad de las mujeres mexicanas y las técnicas ahí vinculadas, como la nixtamalización, se encuentran ahí”.
A través de un mensaje grabado, la promotora cultural reconoció que en el nuevo espacio no se dejó fuera el choque de visiones, entre quienes han hecho del maíz una mercancía totalmente despojada de sus valores culturales y la de los pueblos como los nuestros que veneran a esta planta como la herencia más preciada.
“Este choque de proyectos antagónicos, que Guillermo Bonfil Batalla anunció con claridad desde hace más de 40 años, se muestra en la casi violencia con la que algunas empresas ligadas a la agricultura industrial buscan imponer semillas de tecnologías que, como la transgénica, llevarían a la pérdida de la biodiversidad de los maíces”, alertó Cristina Barros.
En la ceremonia estuvieron presentes José Cornelio Hernández Rojo o Abigail Mendoza, de la organización Sin maíz no hay país, que la activista Jesusa Rodríguez, el vocero de la presidencia de México, Jesús Ramírez Cuevas; la subsecretaria de Cultura, Marina Núñez Bespalova; el director del IMSS, Zoé Robledo; y María Luisa Albores, secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Durante el acto, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, reconoció que el maíz debe ser considerado como origen y destino para la cultura mexicana, porque a lo largo de la historia ha marcado los tiempos cotidianos, rituales y de fiesta: “moldeado tradiciones, cantos y danzas. Ha despertado la creatividad para inventar técnicas y artefactos para cultivarlos, almacenarlo, transformarlo, aprovechando todas sus bondades y arrancándole los más suculentos sabores”.
“Todo eso que forma un país es lo que el maíz requiere para seguir siendo la base y sostén de esta gran comunidad. Decía el maestro Bonfil que la historia del maíz y la de los seres humanos corren paralelas en estas tierras: el maíz es una planta cultural, ya que no existe sin la intervención, inteligente y oportuna de la mano humana, de la mano de la mujer. El maíz no se da solo, necesita hacer comunidad con nosotros”.
La inauguración del Cencalli, casa del maíz y la cultura alimentaria contó con un amplio programa de actividades artísticas y una degustación de alimentos derivados de distintos tipos de maíz.
MILENIO.