“Corté los lazos con mis padres”: la elección radical que libera a cada vez más adultos
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Lun, Jun

Foto: Cortesía

“Corté los lazos con mis padres”: la elección radical que libera a cada vez más adultos

Romper con tus padres nunca es una decisión que se tome a la ligera. Considerada durante mucho tiempo un tabú social, esta ruptura voluntaria se expresa ahora con creciente libertad.

Una ruptura a menudo madura en el dolor

En las redes sociales, en los círculos terapéuticos o a través de testimonios publicitados, la gente está hablando. Para muchas personas, decir “corté lazos con mis padres” no es un capricho ni una venganza: es un acto de supervivencia, una elección para reconstruir. En la mayoría de los casos esta ruptura no se produce de la noche a la mañana. Es el resultado de tensiones repetidas, de violencia verbal, psicológica o física, o incluso de un desinterés emocional constante.

Son lesiones que se acumulan durante la infancia, la adolescencia y luego la edad adulta. La decisión de romper a menudo llega después de múltiples intentos de diálogo, compromiso o terapia familiar que han fracasado. "Me llevó años comprender que lo que estaba pasando no era normal. Me sentía culpable por darles la espalda, pero me estaba asfixiando en esta relación que me estaba destruyendo poco a poco", confiesa Camille , de unos treinta años. Su testimonio, como el de muchos otros, refleja una realidad más extendida de lo que se podría imaginar.

El peso del tabú y la culpa

En muchas culturas, el amor filial es sagrado. Cortar lazos con los padres se considera una traición, una transgresión moral. La sociedad espera que los niños perdonen y respeten pase lo que pase. Esta visión social tan normativa hace que la decisión sea aún más difícil de asumir.

"Me dijeron que era una ingrata, que acabaría sola. Pero ninguna relación justifica la humillación constante. Opté por protegerme", dice Nadia , de 29 años, quien cortó todo contacto con su madre hace dos años. Para muchos, la ruptura es ante todo un acto de protección: una manera de poner límites donde antes no existían.

Reconstruyendo fuera del patrón familiar

Una vez cortados los puentes, comienzan los trabajos de reconstrucción. Terapia individual, grupos de apoyo, lectura, desarrollo personal: las herramientas para recuperarse de una ruptura familiar son variadas, pero esenciales. Se trata de deconstruir lealtades inconscientes, repensar la propia identidad sin el escrutinio de los padres y, lo más importante, aprender a vivir sin buscar constantemente la propia validación.

Este enfoque nos permite a veces reconstruir otros vínculos elegidos y más saludables. Mucha gente habla de la “familia del corazón”: amigos, parejas o mentores, que llenan el vacío emocional dejado por su familia biológica. Este proceso puede ser largo, pero a menudo permite una nueva forma de emancipación.

Una dinámica que afecta a todas las generaciones

Contrariamente a la creencia popular, esta decisión no es prerrogativa de los adultos jóvenes. Las personas de entre 40, 50 e incluso 60 años también están optando por terminar las relaciones tóxicas con sus padres. Este fenómeno no se limita a un grupo de edad; Atraviesa generaciones, con historias de dominación, abuso o simplemente indiferencia emocional.

Las redes sociales, especialmente TikTok e Instagram, han ayudado a liberar este discurso. Etiquetas como #NoContact y #EstrangedFromParents reúnen miles de historias, a menudo de mujeres, que describen el mismo viaje de dolor, concientización y empoderamiento.

Romper para existir plenamente

Cortar lazos con tus padres no borra las heridas del pasado. Sin embargo, puede abrir un camino hacia una existencia más alineada y más pacífica. Para muchos, esto les permite romper un ciclo de reproducción del sufrimiento y crear una nueva historia personal.

Algunas personas se reencuentran después de años de distancia, una vez que las heridas han sanado. Otros permanecen en silencio, sin odio, pero con lucidez. Lo que importa, en última instancia, es el derecho a elegir la relación que uno quiere –o no quiere– tener con su familia.

Decir “corté lazos con mis padres” es afirmar una decisión íntima, a menudo dolorosa, pero profundamente liberadora. Se niega a sufrir "en nombre de la familia". En una sociedad que valora cada vez más la salud mental y el respeto por uno mismo, esta elección encuentra finalmente legitimidad y, sobre todo, alguien que la escuche.

MSN. 

 

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