Un nuevo estudio señala que de acuerdo con la rapidez con la que se dilatan las pupilas puede ser un predictor de la aparición de la enfermedad de Alzheimer mucho antes de que los síntomas reales aparezcan.
En combinación con las pruebas cognitivas, las pruebas oculares pueden ser un método de bajo costo y poco invasivo para ayudar a detectar a las personas con mayor riesgo genético de Alzheimer antes de que comience el deterioro cognitivo.
Objeto de estudio
El estudio se centra en las respuestas pupilares que son impulsadas por el locus coeruleus (LC), un grupo de neuronas en el tronco encefálico involucradas en la regulación de la excitación y también en la modulación de la función cognitiva.
En los últimos años, los investigadores que investigan la patología de la EA han dirigido principalmente su atención a dos factores causales o contributivos: la acumulación de placas de proteínas en el cerebro llamadas beta amiloide y enredos de una proteína llamada tau. Ambos se han relacionado con dañar y matar neuronas, lo que resulta en una disfunción cognitiva progresiva.
Tau, el biomarcador conocido más antiguo para la enfermedad de Alzheimer, aparece por primera vez en la LC y está más fuertemente asociado con la cognición que la beta amiloide.
La LC controla el diámetro cambiante de las pupilas de los ojos durante las tareas cognitivas, los cuales se hacen hacen más grandes cuanto más difícil es el esfuerzo del cerebro.
Dilatación de las pupilas
Después de realizar un experimento con mil 119 hombres entre las edades de 56-66 años, se confirmó la teoría de los investigadores:
Los investigadores informaron que los adultos con deterioro cognitivo leve, a menudo un precursor de la enfermedad de Alzheimer, mostraron una mayor dilatación de la pupila y un esfuerzo cognitivo mayor que los individuos cognitivamente normales.
El equipo dijo que medir la respuesta pupilar durante las tareas cognitivas podría ser otra herramienta de detección contra el Alzheimer antes de que aparezcan los síntomas.
La enfermedad del Alzheimer comienza a alterar y dañar el cerebro años, incluso décadas, antes de que aparezcan los síntomas, lo que no permite su identificación temprana.
La investigación fue realizada por un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, y publicada en Neurobiology of Aging.
Muy Interesante.