Esta es la historia de Charles Cullen, el enfermero que podría ser responsable de al menos 400 decesos en Estados Unidos.
Charles Cullen tenía solo 9 años cuando intentó terminar con su vida utilizando diversos químicos. Estaba deprimido: en la escuela le hacían bullying, su madre no lo comprendía y los novios de sus hermanas no dejaban de molestarlo por su apariencia. Se sentía “miserable”, según relató años después. Así fue como Charlie se encerró en su habitación e ingirió algunos de los frascos que contenía un juego de química con el que pasaba las tardes. Despertó en un hospital horas más tarde; había sobrevivido.
En 1988, Cullen volvió a utilizar sustancias químicas controladas para acabar con la vida de alguien. En esta ocasión, el afectado era uno de los muchos pacientes que cuidaba como enfermero en un hospital de Nueva Jersey. Los químicos funcionaron. Esa fue la primera vez que Charles Cullen mató a alguien. Esa fue la primera víctima del ‘Ángel de la Muerte‘, un asesino serial que podría estar detrás de centenares de fallecimientos en Estados Unidos.
¿Quién es Charles Cullen?
La tragedia y la mala suerte que persiguieron a Charles Edmond Cullen –nacido el 22 de febrero de 1960 en Nueva Jersey– durante sus primeros años de vida fueron clave en las decisiones que tomó durante su infame carrera criminal. Por ejemplo, su primer intento de suicidio le dejó en claro lo fácil que podría ser matar mediante el uso de químicos. Mientras que la muerte de su madre en un accidente automovilístico, cuando Charlie tenía 17 años, le enseñó el complejo sistema con el que funcionan los hospitales estadounidenses.
En 1978, Cullen abandonó la escuela y se enlistó en la Marina de los Estados Unidos, donde sirvió como parte de la tripulación del submarino USS Woodrow Wilson. Sin embargo, un año después sería expulsado de la nave al ser descubierto frente a los controles de los misiles usando ropa de cirugía. Tras cinco años al servicio de la Marina, Charles Cullen fue dado de baja por razones nunca aclaradas. La intensa presión a la que fue sometido, además del abuso por parte de sus compañeros que derivó en un segundo intento de suicidio, son señalados con frecuencia como la razón detrás de su salida de las fuerzas armadas.
En 1984, Cullen entró a la Escuela de Enfermería del Hospital Mountainside de Nueva Jersey. Dos años después, en 1986, comenzó a trabajar en el Centro Médico Saint Barnabas de Livingston. Con su llegada también comenzaron a registrarse fallecimientos súbitos de pacientes que parecían estar en proceso de recuperación.
La historia real del ‘Ángel de la Muerte’
El 11 de junio de 1988, un paciente internado en Saint Barnabas falleció sorpresivamente. En la autopsia se encontró que había muerto a consecuencia de un medicamento intravenoso que no le correspondía recibir. Entre 1988 y 1992, una docena de personas perecieron misteriosamente. Las autoridades del nosocomio sospecharon que alguien había contaminado bolsas de medicamentos con diversos químicos, incluyendo insulina. Los dedos parecían señalar en una sola dirección: Charles Cullen.
Después de ser acusado de mala praxis, Cullen abandonó Saint Barnabas y consiguió trabajo en el Hospital Warren. Allí tres ancianas murieron después de recibir una sobredosis de digoxina, un medicamento para el corazón que no les había sido prescrito. Una de las víctimas señaló que un enfermero al que no conocía había entrado a su cuarto en la noche y le había inyectado algo. Horas más tarde ya estaba muerta. Ante las sospechas, los responsables del hospital hicieron extenuantes investigaciones e incluso sometieron a sus trabajadores a pruebas de polígrafo. El enfermero logró pasar las pruebas con éxito.
Durante la siguiente década, Charles Cullen continuó asesinando a pacientes de hospitales en la costa este de los Estados Unidos. En 1996 terminó con la vida de 5 pacientes del Centro Médico Hunterdon; dos años después mató a un enfermo en remisión del Hospital Eaton de Pensilvania. Una víctima más se sumó a su historial en 1999, en esa ocasión en el Hospital Lehigh Valley. Entre 1999 y 2002, cinco pacientes del Hospital San Lucas murieron por envenenamiento intencional. En esta ocasión, el centro médico logró culpar a Cullen y le ofrecieron renunciar sin dejar una mancha en su expediente.
En septiembre de ese año, Cullen entró a trabajar al Centro Médico Somerset de Nueva Jersey, donde asesinó a 13 personas suministrándoles digoxina, insulina y epinefrina.
¿Qué pasó con Charles Cullen?
Gracias a los sistemas de alarmas del Centro Médico Somerset se pudo identificar que Cullen había realizado visitas extrañas a los 13 pacientes que murieron por sobredosis de medicamentos controlados. Los médicos alertaron a las autoridades, quienes comenzaron a seguir al enfermero. Después de una larga investigación, la policía logró establecer un vínculo entre Charlie, las drogas suministradas y las víctimas. El 12 de diciembre de 2003, Charles Cullen fue arrestado y acusado del homicidio de una persona en Somerset.
Durante el interrogatorio, Cullen aceptó haber matado a más de 40 personas en 16 años de carrera. Según alegó, lo había hecho para poner fin a los sufrimientos de los pacientes: había sido un acto de misericordia. Esto fue rápidamente rebatido por especialistas de los hospitales donde cometió sus crímenes, pues muchas de las personas asesinadas estaban en camino a la recuperación. Además, los medicamentos con los que realizaba los homicidios no disminuían el dolor; al contrario, aumentaban el suplicio de los enfermos.
El ‘Ángel de la Muerte‘, como se le apodó en los medios, intentó adjudicar sus acciones a los problemas mentales con los que lidió toda su vida, compartió sus recurrentes intentos de suicidio y dijo no recordar el momento en el que había atentado contra las personas a las que tenía que cuidar. Nada de esto sirvió como defensa. El 2 de marzo de 2006, Charles Cullen fue sentenciado a 11 cadenas perpetuas. Así terminó una de las rachas de asesinatos más larga de los Estados Unidos. Una que incluso no ha podido fijar por completo su número de víctimas. Este, de hecho, podría ascender a cientos.
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