Por: Cortesía

El faraón que quiso ser dios y dio forma al mito de los alienígenas en Egipto

Amenhotep IV obligó a los artistas de la época a que lo representaran más grande y majestuoso, como un dios. Sin quererlo, dio pie a una de las teorías de conspiración más populares del mundo.

El régimen teocrático perseveró durante milenios en el Antiguo Egipto. Pasaron eras faraónicas antes de que el arreglo jerárquico social que dominó en el Imperio se intentara sustituir por uno más quebradizo, que prontamente vio su ocaso. Amenhotep IV fue quien quiso llevar a cabo este cambio radical y murió fracasando en el intento.

Un dios autoproclamado

Pocas emperatrices egipcias fueron tan famosas como Nefertiti. Se ganó un espacio en los anales de la Historia por haber desposado a Amenhotep IV para que, junto con él, pudiera llevar a cabo una revolución al interior de las élites en el poder del Imperio Egipcio.

Hace 3 mil 500 años, el suyo fue el imperio más esplendoroso, rico y prolífico en términos culturales y científicos de la Antigüedad. Para cristalizar este poderío económico, militar y científico en su reinado, Amenhotep IV intentó revolucionar el arte, la religión y las estructuras de poder que habían estado vigentes durante siglos.

Todo empezó con un cambio de identidad. En lugar de seguir con la tradición de faraones que habían llevado su mismo nombre, se nombró a sí mismo Akenatón: el único, el primero. A pesar de la tradición religiosa profundamente cimentada en su imperio, desdeñó a los demás dioses por privilegiar la figura de Ra, el dios del Sol.

Durante su mandato, el culto a Ra se instituyó como el oficial. Es más: para consolidar su poderío, se autoproclamó como un dios en vida. Obligó a sus súbditos a abandonar el culto a los demás dioses del panteón, instituyendo una religión monoteísta en su honor. Dirigentes posteriores describieron su administración como que “El país pasaba penurias; los dioses habían abandonado esta tierra“.

¿Alienígenas en Egipto?

Ningún egiptólogo o historiador del arte que se jacte de ser profesional aseguraría que en el Antiguo Egipto hubo alienígenas. Por el contrario, las figuras alargadas y poco proporcionales con dejos de gigantismo que se encuentran en algunos jeroglíficos corresponden a la época cuando Amenhotep IV fue faraón.

Para cristalizar su poderío en el imaginario colectivo, Akenatón como se nombró a sí mismo inició una revolución iconoclasta. Además de terminar con los dioses que se habían venerado por años, decidió que sería adecuado otorgar a su familia y a sí mismo el mismo lugar de estas figuras sagradas, ya que era el representante del Sol en la Tierra.

En lugar de seguir con una tradición de jeroglíficos que, según la cosmovisión egipcia, había sido otorgados a los escribas por Thot dios de la escritura, obligó a los artistas de la época a que lo representaran más grande y majestuoso que a otros dirigentes políticos. En algunas representaciones, incluso, se muestra a sí mismo como el sol.

Sus hijos, su mujer y él mismo serían los más grandes de todos, con extremidades desproporcionadamente alargadas y cabezas más grandes, haciendo alusión a su poderío. Esta estética daría a entender entre sus súbditos que el líder supremo era él. En la historia de Egipto, ésta es quizá una de las movidas propagandísticas más ambiciosas de las que se tiene registro y las más fallidas, también.

Descontento generalizado

Cansados de los abusos y excesos que Amenhotep IV y su familia habían cometido a pocos años de tomar el poder, otros políticos poderosos de la época conspiraron para arrebatarle el trono. Aunque realmente estuvo poco tiempo en el poder sólo del 1353 al 1336 a.C.sus políticas reformistas resquebrajaron el tejido social egipcio.

La visión totalitaria del faraón no fue compatible con un proyecto imperial que llevaba en curso milenios enteros, y que había mostrado ser bastante sólido en sí mismo. El intento de religión monoteísta molestó a sus súbditos, al punto que lo consideraron como un hereje y un traidor.

Interpretaciones posteriores de este periodo histórico asumirían erróneamente que estas figuras corresponderían a seres venidos de otros planetas. No es el caso. Cualquier aseveración similar corresponde a una construcción ficticia de pseudociencia o teorías de la conspiración, que ensombrece todo un periodo histórico de lucha y cambios radicales en el sistema político y religioso del Antiguo Egipto.

MUY INTERESANTE.

 

Temas relacionados: