Conforme avanzan en la vida, los adultos pierden la capacidad de soñar despiertos. La cercanía a las redes sociales influye en este proceso.
De niños, era fácil pensar que el suelo estaba hecho de lava. Soñar despiertos no era un impedimento. Sin embargo, de acuerdo con un estudio conducido por a Universidad de Florida, los adultos dejan de tener esta capacidad conforme avanzan en la vida. El piso deja de ser de lava, la luna de queso y las estrellas dejan de reírse por las noches.
En lugar de tener un espacio para relajar la mente, tendemos a ocuparla revisando nuestras notificaciones nuevas. Según el estudio, no tenemos un espacio mental de descanso en el que el cerebro se relaje. En lugar de buscar ese silencio interno, la cercanía con las redes sociales y los smartphones nos inunda con un torrente infinito de información, para la que el sistema neurológico no está diseñado naturalmente.
Para ello, los investigadores proponen una solución simple. Aquí te explicamos cómo funciona.
Acostumbrar al cerebro a relajarse
Antes que nada, el equipo de investigadores que realizó el estudio hace una distinción importante. Cuando los adultos piensan en el futuro y más que nada, cómo alcanzar ciertas metas que se proponen a sí mismos, generalmente están planeando. En estricto sentido, esto tiene poco que ver con el acto de soñar despiertos.
Más que nada, porque no permite una libertad real para imaginar. Los escenarios y situaciones en las que sobrepensamos, además, tienden a generar angustia. Este sentimiento se parece muy poco a la alegría y ligereza que sienten los niños al pensar con libertad:
“Esto es parte de nuestro conjunto de herramientas cognitivas que está subdesarrollado y es un poco triste”, explica la Dra. Erin Westgate, profesora de psicología de la Universidad de Florida.
De acuerdo con Westgate, la solución para este problema es ‘pensar por placer’. Después de años de investigar porqué los adultos dejan de soñar despiertos, la alternativa a la que la experta llegó con su equipo de trabajo fue dejar de generar pensamientos ‘por obligación’. En otras palabras: quitarle la seriedad a un acto natural como lo es crear ideas podría ayudar a las personas adultas a disfrutar más su espacio mental.
Por ello, nuestra “capacidad de pensar por placer es importante y se puede mejorar”, dice Westgate. Según la experta, el primer paso es reconocer que soñar despiertos es realmente demandante más aún cuando acostumbramos al cerebro a recibir imágenes externas, que vienen de memes, videos y otros estímulos visuales de las redes sociales.
En este contexto, acostumbrar al cerebro a relajarse es todavía más difícil.
‘Pensar por placer’: la solución para los cerebros flojos
Tal como lo describe Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio (2010), las sociedades neoliberales identifican a la fantasía como una debilidad. En lugar de eso, se promueve que los individuos se exploten a sí mismos para servir al esquema capitalista. En este contexto, soñar despiertos se convierte en una posibilidad mínima. Más aún, si acostumbramos al cerebro a no hacer ese esfuerzo.
Este fenómeno se manifiesta en el estudio que lideró Westgate. Para ello, la solución que la neurocientífica propone es ‘pensar por placer‘. Así lo describe para un podcast de Science Friday:
“[…] se define como un pensamiento intencional por placer, así que realmente sentarse e intencionalmente tratar de tener estos pensamientos positivos y placenteros por sí mismo, o lo que coloquialmente podríamos llamar soñar despierto”.
Para empezar a soñar despiertos otra vez, la experta sugiere que es importante permitir que la mente vague con más libertad. Según demostró el estudio, si queremos ejercitar esta capacidad creativa, lo mejor es crear un ambiente adecuado: música suave en un espacio tranquilo puede ser una buena idea para empezar. Con la práctica, tal vez nos demos cuenta de que soñar despiertos es divertido.
Más allá de la diversión, la investigación reveló que el cerebro humano está resintiendo el contacto excesivo con las redes sociales y plataformas digitales. El aburrimiento se puede combatir desde dentro. Finalmente, lo que nos diferencia de otras especies fundamentalmente es la consciencia. “Hoy nos toca restaurar nuestra capacidad creativa innata”, concluye Westgate.
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