El concepto de conducción autónoma es relativamente simple: coches que se manejan solos. Y es que hay un sinfín de ejemplos prácticos de esta tecnología. Están los automóviles de Tesla, que se aceleran por sí solos incluso cuando no deberían hacerlo. Hay dispositivos más simples, como los que está desarrollando Walmart, que se guían con más o menos los mismos principios. También hay prototipos muy experimentales, como el innovador modelo de Sony.
A pesar que la gente tiene una idea general de la conducción autónoma, pocas tienen una idea firma sobre los detalles de la tecnología. Por ejemplo, el Washington Post apunta que la gente cree, erróneamente, que solucionarán la congestión vial. Según Driverless Future, al inicio no van a estar disponibles al inicio al mercado del consumidor. Pero tal vez el error más común es creer que todos los sistemas son iguales. Según PartCatalog, hay seis niveles muy distintivos:
Nivel 0: Sin conducción autónoma
Básicamente todos los coches tradicionales están en esta categoría. Se utiliza este nivel para referirse a todos los modelos que deben de manejarse enteramente por los consumidores. Velocidad, aceleración, frenos y otras acciones similares son controladas por completo por el usuario. En esta clasificación entran también los vehículos que pueden mantener por sí solos una misma velocidad. Pero como es una función manual, no se considera como autonomía.
Nivel 1: Asistencia al conductor
Aquí es cuando realmente se empieza a ver un cierto nivel de conducción autónoma. Se usa por lo general para designar a sistemas de velocidad adaptativa, que usan cámaras al frente y detrás para modular la rapidez con la que se mueve el coche sin interacción humana. También puede ayudar a los conductores a mantenerse en línea recta, si es que comienza a detectar un desvío ligero, pero constante, a alguno de los lados. El control queda en la persona al volante.
Nivel 2: Conducción autónoma parcial
En este punto, es como si todas las capacidades del estado anterior “evolucionaran”. Frenar, acelerar y controlar el volante pueden ser realizadas en mayor medida por el automóvil. Los usuarios todavía deben prestar atención en todo momento del viaje. Sin embargo, los coches son capaces de controlar algunos de los elementos más básicos del proceso. Por lo general, hay limitantes de velocidad y entorno para que la máquina pueda llegar a tomar el volante.
Nivel 3: Asistencia condicional
Aquí es cuando los autos empiezan a tener un sistema de conducción autónoma mucho más en forma. Por ejemplo, los conductores pueden relajarse en la carretera y dejar que su vehículo se encargue de dirección, aceleración y freno. Incluso tienen la capacidad de cambiar de línea, si llega a ser necesario. Por supuesto, sigue siendo crucial que los usuarios estén al pendiente del camino. Esto, porque el coche aún no sabe cómo reaccionar a emergencias o sorpresas.
Nivel 4: Alta conducción autónoma
Contrario al paso anterior, este es el primer nivel en el que los coches son verdaderamente autosuficientes. Los coches pueden gestionar el arranque de la marcha, dirección, aceleración, velocidad, freno, cambio de línea y hasta estacionarse en varios entornos. En condiciones más normales, los conductores realmente pueden dejar de prestar atención al camino. Si bien estos modelos saben reaccionar a varios imprevistos, necesitarán al conductor en ciertos casos.
Nivel 5: La autonomía pura
Este es tal vez el nivel más refinado de conducción autónoma y al que todas las tecnológicas aspiran llegar. Se trata de modelos que son capaces de reaccionar y manejar en prácticamente cualquier situación y ante cualquier imprevisto. Tal es su capacidad, que no necesitan pedales, volante ni conductores asignados. No se sabe cuánto tiempo puede pasar antes que se llegue a esta meta. Sin embargo, es a lo que la gran mayoría de las compañías del sector apuestan.