Suspenso, giros de locura y un asesino en serie escondido entre la niebla.
Este nuevo thriller de Netflix está dando de qué hablar, y con razón. La serie está basada en la novela de Javier Castillo y llegó al catálogo el 14 de noviembre para mover emociones, estómagos y neuronas por igual. Son apenas seis capítulos que se sienten como una montaña rusa emocional: tensión, miedo, adrenalina y el constante juego con el tiempo que te obliga a no parpadear.
La historia sigue a Clara Merlo, una residente de medicina que, de un día para otro, pasa de una “vida normal” a despertar luego de un coma inducido con un corazón que no es suyo, literal. Desde ahí todo se vuelve un viaje intenso, porque Clara decide descubrir quién fue su donador y por qué su vida terminó así. Ese simple acto es el chispazo que prende el verdadero incendio narrativo del thriller.
La búsqueda de un corazón que lleva un secreto
Clara contacta a Marta Ruiz, madre del donador, y juntas viajan al pueblo donde ocurrió todo. Y lo que parece un duelo normal se convierte en un rompecabezas siniestro. Desapariciones, silencio colectivo y la sombra de un asesino que quizá sigue ahí. Entre pistas, dudas y recuerdos rotos, la protagonista se va hundiendo en una verdad mucho más oscura de lo que imaginaba.
El papá del donador desapareció años atrás, justo cuando investigaba algo que el pueblo prefería olvidar. Un posible asesino, un pueblo que esconde más de una verdad y señales que solo una persona dispuesta a arriesgarlo todo podría unir.
Cuando el asesino aparece, lo peor apenas comienza
Clara termina cara a cara con el asesino serial —y cuando crees que ya todo está resuelto— la serie suelta una bomba: el asesino tenía un cómplice, alguien que lo protegió, lo escondió y también cometió crímenes. La historia explota desde ese punto y ya no hay vuelta atrás.
En el reparto brilla Catalina Sopelana, acompañada de Itziar Ituño, Álex García, Tomás del Estal, Iván Massagué y Roque Ruíz, quienes hacen que cada escena se sienta real y hasta incómoda (pero en el buen sentido).
“El cuco de cristal” no es un thriller más. Es uno de esos que se queda dando vueltas en la mente, incluso cuando ya acabaste el último episodio.
Si lo ves, prepárate: acá no hay respiros, solo misterio, corazón y mucha oscuridad.
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