Tlajomulco.- México no es precisamente uno de los países con mejor calidad de vida en el mundo y prueba de ello es la vida de millones de personas que diariamente salen a buscar la forma de obtener lo suficiente para sobrevivir. Por esta situación pasaba Sol, una mujer de 35 años quien asesinó a sus dos hijos y se quitó la vida porque vivía en la pobreza.
Este hecho consternó al país, pero lamentablemente no fue el único: de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México, en los últimos cinco años se han registrado 4 mil 910 asesinatos de niños y niñas por sus propios padres, como un método de escapar de la pobreza.
Otros 12 mil 317 recibieron (según sus progenitores) “una muerte digna”, debido a que padecían enfermedades dolorosas para las cuales no tenían los recursos para su tratamiento.
Fue el 30 de agosto de un ya lejano 2016 cuando vecinos del fraccionamiento Los Agaves, en el municipio de Tlajomulco, Jalisco, se percataron que un fétido olor prevenía de la vivienda donde habitaba la mujer.
Cuando realizaron el reporte a las autoridades forzaron la puerta de la casa solo para ser testigos de una escena difícil de asimilar, la mujer muerta junto a sus hijos de 14 y 7 años, Alberto y Óscar respectivamente.
Sol dejó las llaves del gas abiertas para tener una muerte silenciosa en medio de un panorama económico desalentador: era madre soltera y trabajaba a diario para ganar solo 820 pesos a la semana, además, tenía una deuda por la cual estaban por desalojarla. Vivía en pobreza.
En ese momento los menores de edad ya no asistían a la escuela y fueron víctimas de su madre, quien dejó algo de dinero sobre la mesa y una carta previo a sellar la puerta, abrir las llaves del gas y esperar a que sus hijos durmieran para asesinarlos y morir con ellos.