Estados Unidos y Rusia recientemente, se unieron a lista de países que están a favor de liberar las patentes de las vacunas contra el COVID-19, en un momento en que los países pobres carecen de las preciadas dosis, como por ejemplo India, donde se registró un récord de casi 4 mil muertes en 24 horas.
Con este fin, Estados Unidos apoyará la propuesta que han hecho varios países en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y participará “activamente” en las negociaciones que requerirán “tiempo” y “consenso”.
“El objetivo es dar tantas vacunas seguras y efectivas a tanta gente como sea posible, y tan rápido como sea posible”, dijo Estados Unidos en un comunicado.
El anuncio se dio después de días de intenso debate en la Casa Blanca, que ha sufrido la presión de algunos de los gigantes farmacéuticos que se oponen a la medida.
¿Quiénes están a favor de la liberación de patentes?
Presentada el 2 de octubre por Sudáfrica e India, la iniciativa cuenta con el apoyo de decenas de países en desarrollo y desfavorecidos como Pakistán, Egipto y Bolivia.
Los países que apoyan la iniciativa, con el respaldo de ONG’s como Médicos Sin Fronteras (MSF), consideran que facilitaría el acceso a productos médicos abordables cuando son necesarios en todos los países desfavorecidos.
“Las herramientas y tecnologías médicas contra el COVID-19 deberían ser bienes públicos mundiales, exentos de las barreras impuestas por las patentes”, pide el doctor Sidney Wong, codirector de la campaña de acceso a las medicinas de MSF.
La propuesta también recibió el apoyo del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
¿Quiénes están en contra de la iniciativa de las vacunas?
Para Thomas Cueni, presidente de la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (IFPMA), “suprimir las patentes o imponer una suspensión no produciría ni una sola dosis (de la vacuna) de más. Se trata sobre todo de una cuestión de experiencia”.
La Unión Europea y Suiza, donde se encuentran las sedes de varios gigantes farmacéuticos, se oponen, así como otros países ricos, como Noruega, Japón, Australia y el Reino Unido.
Para ello, ponen de relieve el esfuerzo financiero realizado por los laboratorios en el desarrollo de las vacunas, y consideran que son los que mejor pueden fabricar las cantidades necesarias.