Un estudio publicado por la editorial SAGE señala que existe un vínculo muy pequeño e inexistente entre el practicar video juegos violentos con una conducta agresiva.
Los investigadores Joseph Hilgard, Christopher Engelhardt, Jeffrey Rouder, Ines Segert y Bruce Bartholow realizaron un estudio en una población de 275 estudiantes en una universidad en Medio Oeste.
Los participantes del estudio jugaron cuatro versiones modificadas del juego Doom II: unas cambiaban la dificultad del juego (fácil o difícil) y otras su contenido (violento o menos violento).
Por ejemplo, en una de las versiones, los participantes tenían que matar a extraterrestres, mientras que en la segunda tenían que llevarlos de vuelta a su hogar.
Cada uno de ellos llevó a cabo la sesión con una pareja, esto porque al final de la misma, a cada participante se le dio la oportunidad de "comportarse de manera agresiva" con su compañero.
Los participantes podían hacer esto al asignarle a su compañero sumergir su puño en un balde de agua helada por un tiempo determinado usando una puntuación del 0 al 9, donde nueve podía significar 80 segundos.
Quienes se vieron involucrado en el estudio también recibieron un sobre, hojas de papel y las instrucciones para escribir un ensayo en el que se debían explicar su posición personal sobre el aborto.
Ese texto, se les explicó, sería evaluado por su compañero en el experimento.
Durante el intercambio de ensayos, cada participante recibió un ensayo falso y prefabricado que contradecía su punto de vista (aquellos que escribieron un ensayo a favor del aborto recibieron el texto de alguien que estaba en contra).
Esos textos también fueron calificados.
Después, cada uno de los participantes jugó 15 minutos de su versión asignada de Doom II. Cuando la sesión del videojuego terminó, el asistente de investigación llevó la cubeta de agua fría y una toalla a la habitación. Este provocó al participante en cuestión al mostrarle la calificación dada a su ensayo por su compañero, que como parte del experimento venía del -8 al -10 y tenía la frase 'Esta es la cosa más estúpida que he leído en mi vida'.
La provocación en el experimento venía en el siguiente paso, pues los asistentes pedían al participante que asignara la cantidad de tiempo en la cual su compañero tendría que meter su mano en el balde de agua fría.
"Los resultados indican que cuando los estímulos del juego se controlan cuidadosamente, los efectos de 15 minutos de los videojuegos en el comportamiento agresivo pueden ser pequeños e indistinguibles de cero", concluyó el estudio.