Con el objetivo de animar a los filipinos a vacunarse contra el coronavirus, el presidente del país, Rodrigo Duterte, retransmitió en directo su aplicación de la primera dosis con el ensayo de Sinopharm, fabricado en China.
Sin embargo, el gesto provocó una tormenta de críticas contra el mandatario, por elegir un fármaco que aún no ha sido aprobado por los organismos reguladores nacionales.
Por tal motivo, Duterte se disculpó públicamente y pidió el miércoles a China que retirara las 1.000 dosis de la vacuna de Sinopharm que había donado a Filipinas.
El filipino le expresó al embajador chino que dejara de enviar Sinopharm al país. “Sólo danos Sinovac, que está siendo utilizada por todo el mundo”, afirmó, según medios locales, en referencia a la otra vacuna china a la que le fue concedida el uso de emergencia en Filipinas en febrero pasado.
El cambio de opinión de Duterte sobre la vacuna de Sinopharm pone de manifiesto el bloqueo normativo al que se enfrentan los fármacos chinos al no contar con la aprobación de uso de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de que han sido aprobados para su uso en varios países.
Cuando Sinopharm solicitó el uso de emergencia a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Filipinas (FDA) a principios de marzo, el director de la agencia dijo que, como en el caso de Sinovac, se tardaría más en decidir sobre la solicitud de Sinopharm porque no había sido aprobada por una “autoridad reguladora estricta”, como la OMS, según consigna CNN.
Sin embargo, la OMS manifestó en una conferencia de prensa el lunes que esperaba finalizar con las decisiones sobre la aprobación del uso de emergencia de las dos vacunas presentadas por Sinopharm y Sinovac “a finales de esta semana”.
La aprobación de la OMS podría impulsar la confianza en las vacunas chinas, que durante mucho tiempo se han enfrentado a dudas de la comunidad científica por los índices de eficacia y a la falta de transparencia de los datos de los ensayos clínicos.
Las vacunas de Sinopharm y Sinovac son vacunas inactivadas, cuya eficacia es menor que la de ARNm producidas por Pfizer-BioNTech y Moderna. A diferencia de los laboratorios occidentales, las dos empresas chinas no han hecho públicos los datos completos de sus ensayos clínicos de última fase realizados en todo el mundo, lo que generó críticas de científicos y expertos en salud.
Según Sinopharm y Sinovac, sus vacunas obtuvieron diferentes resultados de eficacia en los ensayos realizados en distintos países, pero ambas superaron el umbral de 50% establecido por la OMS para la aprobación del uso de emergencia.
La aprobación de los ensayos chinos podría ser útil para COVAX, la iniciativa mundial respaldada por la OMS para garantizar un acceso equitativo a las vacunas contra el coronavirus. En las últimas semanas, se ha enfrentado a una grave escasez de suministros procedentes de la India, que detuvo la exportación de la vacuna Covishield de AstraZeneca por la crisis sanitaria que atraviesa en su territorio.
Dado que COVAX sólo puede distribuir vacunas aprobadas por la OMS, por el momento las vacunas chinas no se han incluido en su cartera. En su lugar, sólo pueden utilizar Pfizer-BioNTech, AstraZeneca, Covishield del Instituto de Suero de la India, Johnson & Johnson y Moderna, que tienen una gran demanda.
China ha estado donando vacunas a países a través de acuerdos bilaterales, como es el caso Filipinas, en un esfuerzo que, según los expertos, está guiado más por intereses estratégicos que por las necesidades de los países más vulnerables.