Haití encara un futuro incierto ante la crisis y el caos que tuvo su auge ayer, tras ataque que provocó el asesinato del presidente Jovenel Moise y las lesiones a la primera dama, Martine, al que siguió posteriormente un supuesto tiroteo en el cual, según las autoridades, la policía mató a cuatro sospechosos del magnicidio, detuvo a otros dos y liberó a tres policías tomados como rehenes.
Las autoridades haitianas prometieron hallar a todos los responsables del asalto a la residencia del mandatario y su esposa, ocurrido la madrugada de ayer, mientras que ella fue trasladada a Miami para recibir tratamiento.
“La persecución de los mercenarios continúa (...) Su destino está resuelto: caerán en el combate o serán arrestados”, dijo el director de la Policía Nacional, Léon Charles, anoche al anunciar los arrestos.
Por parte de las autoridades no revelaron los nombres, edades, nacionalidades ni otros detalles de los sospechosos, así como tampoco se refirieron a los motivos o cómo la policía determinó que eran los presuntos autores del crimen.
Se limitaron a decir que el ataque, condenado por los principales partidos de oposición y la comunidad internacional, fue perpetrado por un “grupo altamente entrenado y fuertemente armado” cuyos integrantes hablaban español o inglés.
El primer ministro de Haití, Claude Joseph, asumió el gobierno con ayuda de la policía y las fuerzas armadas y decretó un estado de sitio de dos semanas tras el asesinato de Moise, que provocó estupor en un país que sufre los más altos niveles de pobreza, violencia e inestabilidad política en América.
La inflación y la violencia pandillera están por las nubes mientras escasean los alimentos y combustibles, así como el 60 por ciento de los trabajadores haitianos ganan menos de 2 dólares diarios.
Haití aún no termina de recuperarse de un terremoto devastador en 2010, el huracán Matthew en 2016, y una larga historia de dictaduras e insurrecciones.
En el extranjero, los haitianos, sus familias y amigos desconocen qué sucederá en el país caribeño ante la crisis de seguridad, la misma que fue consignada por el asesinado presidente que había pedido hace poco ayuda internacional.
“Hay un vacío ahora y tienen miedo de lo que sucederá a sus seres queridos”, dijo Marlene Bastien, directora ejecutiva del Family Action Network Movement, que ayuda a la gente en el barrio Pequeña Haití en Miami.
Es importante, dijo, que el gobierno estadunidense asuma un papel mucho más activo en el apoyo a los intentos de un diálogo nacional con el fin de realizar elecciones libres, imparciales y creíbles.
Tras conocer la situación y condenar el acto "atroz" contra Moise, el presidente Joe Biden comprometió la ayuda de Estados Unidos a Haití por el descontrol en materia de seguridad.