En abril del pasado año, un caso trágico marcó a Indiana, cuando un niño de 10 años, Dakota Levi Stevens, murió debido a un castigo severo impuesto por su madre adoptiva, Jennifer Lee Wilson. La mujer, de 48 años y 154 kilos, fue sentenciada a cinco años de prisión tras declararse culpable de homicidio imprudente.
El castigo fatal: siete minutos de inmovilización
La tragedia ocurrió cuando Dakota se escapó a la casa de un vecino para escapar de los abusos que sufría a manos de sus padres adoptivos. Tras ser devuelto a casa, Wilson decidió darle un castigo físico inmovilizándolo en el suelo y sentándose sobre él durante siete minutos, lo que le provocó heridas fatales.
La reacción de la madre y la posterior tragedia
Después de este castigo, la madre adoptiva preguntó a Dakota si ya estaba listo para levantarse, pero al no obtener respuesta, comenzó a sospechar que algo estaba mal. Al girarlo, se dio cuenta de que no respondía y tenía los párpados pálidos. Fue en ese momento cuando llamó a los servicios de emergencia.
Causas de la muerte y la sentencia judicial
La autopsia reveló que Dakota sufrió asfixia mecánica, con daños graves en órganos y tejidos, hemorragia hepática y pulmonar. El tribunal de Porter en Indiana determinó que Wilson fue culpable de homicidio imprudente y la sentenció a cinco años de prisión.
El impacto del caso y la reflexión sobre el abuso infantil
Este trágico suceso pone en evidencia los peligros del abuso infantil y los efectos devastadores de los castigos severos. La comunidad de Indiana sigue procesando la pérdida de un niño inocente, mientras se abre un debate sobre el tratamiento adecuado de menores en situaciones de abuso.