En Estados Unidos existen más de 440 parques nacionales y 7,400 parques urbanos que ofrecen valiosos espacios verdes.
Sin embargo, la creciente urbanización, incluso con fines recreativos, está reduciendo los hábitats naturales y poniendo en riesgo la supervivencia de muchas especies.
Un nuevo estudio liderado por científicos de la Universidad de Florida (UF/IFAS) ofrece una respuesta clara: sí es posible conservar la biodiversidad urbana mediante un diseño inteligente de los espacios verdes.
Investigación pionera en uno de los condados más poblados de Florida
El estudio, publicado en la revista Urban Forestry and Urban Greening, se centró en más de 600 parques del condado de Broward, donde los científicos analizaron cómo distintos elementos (como cobertura arbórea, áreas de juegos e instalaciones deportivas) impactan tanto la actividad humana como la biodiversidad.
“El tamaño del espacio verde importa, pero también lo hace el propósito con el que se diseña”, explicó Corey Callaghan, autor principal del estudio y profesor adjunto en el UF/IFAS FLREC.
Parque deportivo de Lauderhill. Este parque en la ciudad de Lauderhill abarca 12,6 acres e incluye comodidades como un campo de béisbol, bancas, gradas, un campo de cricket, estaciones de ejercicio, un campo de fútbol americano, vestidores, una cancha de básquetbol, un área de juegos para niños de 5 a 12 años, una cancha de fútbol, senderos para caminar o correr, entre otros. Fotografía cortesía de Brittany Mason, UF/IFAS.
El reto: conciliar recreación y conservación
Aunque los parques urbanos ofrecen múltiples beneficios —como regulación climática, purificación del aire y oportunidades de recreación y bienestar mental—, también pueden presentar conflictos con las necesidades de la fauna silvestre.
- Campos deportivos y áreas de juegos: útiles para humanos, pero perjudiciales para especies sensibles.
- Vegetación densa y baja iluminación: ideales para la fauna, pero menos atractivas para los visitantes.
“Se trata de encontrar un equilibrio entre estos elementos”, señaló Nataly Miguez, coautora del estudio.
Lechuza o búho llanero. Esta lechuza o búho llanero fue fotografiado en el parque Markham, en Broward. Se pueden encontrar en varias regiones de los Estados Unidos. Habitan praderas abiertas y también suelen encontrarse en muchos parques urbanos. Fotografía cortesía de Brittany Mason, UF/IFAS.
Soluciones basadas en datos y comunidad
Los investigadores proponen estrategias concretas para hacer compatibles los usos humanos y la conservación de la naturaleza:
- Usar plantas nativas
- Fomentar copas arbóreas
- Conectar parques para formar corredores ecológicos
- Minimizar el uso de iluminación artificial y cortes frecuentes de césped
Además, destacan el valor de plataformas como iNaturalist, que permiten a la ciudadanía reportar observaciones de flora y fauna, generando datos clave para el diseño de espacios más resilientes.
“La ciencia ciudadana es esencial para alinear las decisiones urbanas con las necesidades ecológicas”, añadió Callaghan.
Conejo cola algodonada del este. El conejo cola de algodón del este es el tipo más común de conejo que se encuentra en Florida y habita en diversos ecosistemas de América del Norte, incluyendo Canadá. Vive en áreas abiertas y se alimentan de vegetación silvestre. Es común verlos en los parques urbanos. Fotografía cortesía de Brittany Mason, UF/IFAS.
Un modelo para ciudades de todo el país
Este estudio no solo aporta una guía replicable para otras ciudades, también reafirma que el crecimiento urbano no debe ir en contra de la naturaleza. Con una planificación adecuada y basada en evidencia, es posible construir parques urbanos funcionales, inclusivos y sostenibles.
“Invertir en investigación, monitoreo y participación comunitaria será clave para crear ciudades donde humanos y biodiversidad puedan convivir”, concluyó Callaghan.
Sendero para correr o caminar. Los senderos para correr o caminar son ideales para hacer ejercicio al aire libre y explorar la naturaleza. Fotografía cortesía de Brittany Mason, UF/IFAS.