Cada vez es más común encontrar productos “sin azúcar” que saben dulces gracias a los edulcorantes, sustancias que aportan bajo o nulo contenido calórico. Estos se dividen en naturales y artificiales, así como en calóricos y no calóricos.
- Calóricos: sorbitol, manitol y xilitol, presentes en chicles y productos bajos en azúcar. Aportan menos calorías que el azúcar, pero no están libres de energía.
- No calóricos: aspartame, sucralosa, sacarina, acesulfame K y estevia. Se usan en alimentos, bebidas, medicamentos y endulzantes de mesa.
Beneficios y usos
El propósito de consumir edulcorantes es reducir la ingesta de azúcar y calorías, lo que contribuye a:
- Control de peso.
- Prevención de caries.
- Regulación de glucosa en personas con diabetes.
Organismos como la Asociación Americana de Diabetes señalan que son seguros dentro de un plan alimenticio equilibrado y sin abusar de ellos.
Seguridad y consumo responsable
Todos los edulcorantes autorizados han sido evaluados por autoridades como la FDA. Cada uno tiene una dosis diaria aceptable que no debe superarse. Por ejemplo, el aspartame es seguro, pero está contraindicado para personas con fenilcetonuria.
El exceso de algunos edulcorantes calóricos puede generar malestares digestivos como gases o diarrea, especialmente con altas cantidades de sorbitol o manitol.
Recomendaciones especiales
- Embarazo: se aconseja moderar su consumo y privilegiar hábitos saludables.
- Pérdida de peso: útiles como sustitutos del azúcar a corto plazo, pero lo ideal a largo plazo es reducir el gusto por lo dulce y preferir alimentos naturales.
- Personas con diabetes o diagnósticos médicos: deben consultar a su nutriólogo antes de consumirlos de manera habitual.
Los edulcorantes pueden ser aliados si se utilizan de manera consciente y correcta. Representan un apoyo para la transición hacia una alimentación con menos azúcar, pero la clave está en informarse, leer etiquetas y mantener el equilibrio en la dieta diaria.