La exposición al frío puede alterar la circulación sanguínea, elevar la presión arterial y debilitar el sistema inmunológico, aumentando el riesgo de enfermedades. Entender cómo responde el cuerpo y aplicar medidas preventivas es esencial, sobre todo en personas con diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares.
Cuando la temperatura ambiental desciende, el cuerpo pierde calor más rápido de lo que puede producirlo. De acuerdo con la American Heart Association (AHA), cerca del 60 % del calor corporal se pierde por radiación, mientras que el resto se disipa mediante conducción, convección y respiración.
Para mantener la temperatura interna, el organismo activa la vasoconstricción, es decir, los vasos sanguíneos se contraen para conservar el calor en los órganos vitales. Este mecanismo puede aumentar la presión arterial y la carga sobre el corazón, lo que representa un riesgo para quienes padecen problemas cardiovasculares.
Cómo el frío debilita el sistema inmunológico
El aire frío y seco reseca las membranas mucosas de la nariz, la boca y la garganta, reduciendo su capacidad de defensa frente a virus y bacterias. Además, el invierno fomenta el encierro en espacios poco ventilados, lo que incrementa la posibilidad de contagios respiratorios.
Un estudio de la Unión Europea revela que una caída de 10 °C en la temperatura ambiente puede aumentar un 19 % el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y un 22 % por enfermedad isquémica del corazón.
Estas condiciones también provocan inflamación y estrés sistémico, debilitando las defensas y haciendo más probable la aparición de gripes, resfriados o bronquitis.
Ambientes cerrados y contagios en temporada invernal
Durante los meses fríos solemos pasar más tiempo en interiores con menor ventilación, lo que facilita la propagación de virus. Incluso sin contar los efectos directos del frío, el simple hecho de reunir a más personas en espacios cerrados favorece el contagio de enfermedades respiratorias, señala la AHA.
Mitos y realidades: el frío no causa resfriados directamente
Aunque muchas personas creen que el frío “provoca” enfermedades, no es el responsable directo. En realidad, debilita las defensas y favorece el ambiente ideal para los virus.
La Mayo Clinic explica que los rinovirus y virus de la gripe sobreviven mejor en climas fríos y secos, y la respiración de aire frío puede afectar la mucosa nasal, reduciendo su capacidad de defensa natural.
Medidas efectivas para protegerse del frío
La American Heart Association recomienda adoptar hábitos simples pero efectivos para prevenir complicaciones durante el invierno:
- Vístete en capas y protege extremidades, nariz, boca y orejas.
- Evita cambios bruscos de temperatura y mantén ventilación adecuada en interiores.
- Hidrátate bien y realiza actividad física moderada para mejorar la circulación.
- Vacúnate contra la gripe y otras infecciones respiratorias estacionales.
- Atiende señales de hipotermia, como temblores intensos, confusión o respiración lenta.
- Usa humidificadores para contrarrestar el aire seco causado por la calefacción.
- Mantén una dieta equilibrada, buen descanso y evita el sedentarismo para fortalecer tus defensas.
Conclusión: el frío no solo incomoda, también puede enfermar
El frío no causa resfriados directamente, pero sí afecta la circulación, debilita las defensas y altera la termorregulación del cuerpo. Sin embargo, con prevención, buena alimentación, ventilación y abrigo adecuado, es posible disfrutar un invierno saludable y sin complicaciones.
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