Mientras muchos andan en modo fiesta, compras y fotos con luces navideñas, hay quienes viven diciembre desde el otro extremo: con melancolía, ansiedad, cansancio y una sensación fuerte de soledad.
A esto se le conoce como depresión blanca o depresión estacional, un estado emocional que se acentúa justo cuando el calendario pide sonrisas.
La psiquiatra Gina Chapa explica que esta temporada suele detonar tristeza, fatiga, problemas para dormir y cambios en el apetito. No es un diagnóstico clínico, pero sí un fenómeno muy real que, si no se atiende, puede escalar a algo más serio. Y sí, influye de todo: menos luz solar, presión económica, expectativas sociales y hasta el peso de “tener que estar bien” solo porque es Navidad. Para mucha gente, es justo lo contrario.
Un fin de año emocionalmente pesado en México
Más allá del ambiente festivo, las cifras hablan fuerte. La CONASAMA reportó que en 2023 hubo 8,837 fallecimientos por suicidio en México, un número mayor que en años previos. El grupo más afectado va de los 20 a 39 años, aunque también preocupa el aumento entre adolescentes mujeres de 15 a 19 años.
Esto deja claro que el invierno no solo trae frío: también puede reforzar pérdidas, duelos, rupturas o problemas económicos que se sienten más duros en estas fechas. Estados como Chihuahua, Yucatán, Campeche y Aguascalientes presentan las tasas más elevadas. Todo esto vuelve evidente que la salud mental debe ser prioridad, no un tema secundario.
Estrategias para enfrentar la depresión estacional
Los especialistas recomiendan acciones sencillas pero constantes: actividad física, una alimentación equilibrada, dormir mejor y buscar contacto social real, incluso en pequeños espacios. También es clave dejar de compararse, porque diciembre suele empujar a esa trampa de creer que todos la están pasando increíble menos uno.
La temporada, aunque complicada, también puede ser un buen momento para practicar empatía y conectar con otros sin presiones. Reconocer la depresión blanca no es debilidad; es un acto de cuidado y honestidad. Al final, cuidar la mente es tan importante como cuidar el cuerpo, especialmente cuando las emociones se sienten más frágiles que nunca.
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