El uso de tacones forma parte de la rutina diaria de muchas mujeres, ya sea por trabajo, estilo o gusto personal. Aunque suelen asociarse con elegancia, su uso excesivo puede generar daños físicos que no siempre se notan de inmediato.
El principal problema es la alteración de la postura corporal, ya que al elevar el talón el peso del cuerpo se desplaza hacia la parte frontal del pie.
Este cambio obliga a que músculos como los de la pantorrilla, glúteos y espalda baja trabajen de más para mantener el equilibrio. Con el tiempo, esta tensión constante puede provocar dolor lumbar persistente, rigidez muscular y una sensación continua de cansancio físico. Muchas personas normalizan estas molestias sin saber que están directamente relacionadas con el calzado que usan a diario.
Problemas en pies, tobillos y músculos que se agravan con el tiempo
Uno de los efectos más comunes del uso prolongado de tacones es la aparición de problemas en los pies. La presión constante en el antepié favorece la formación de juanetes, callosidades, dedos en garra y neuromas, los cuales pueden llegar a ser muy dolorosos. Además, los modelos con punta estrecha limitan el movimiento natural de los dedos, provocando deformaciones progresivas.
A nivel muscular, los tacones generan el acortamiento del tendón de Aquiles, lo que dificulta caminar con zapatos planos y causa dolor al subir escaleras o permanecer de pie. Esta alteración también afecta la forma de caminar, aumentando el riesgo de lesiones en tobillos, rodillas y cadera.
Rodillas, caídas y cómo reducir los riesgos sin dejar los tacones
Caminar con tacones altos incrementa de forma considerable la presión sobre las rodillas, especialmente cuando superan los siete centímetros. Esta sobrecarga acelera el desgaste del cartílago y eleva el riesgo de desarrollar osteoartritis, una condición que puede limitar la movilidad con el paso del tiempo. A esto se suma la inestabilidad del tobillo, que aumenta la probabilidad de esguinces y fracturas ante cualquier tropiezo.
La buena noticia es que no es necesario eliminarlos por completo. Usarlos con moderación, alternarlos con calzado ergonómico, elegir tacones más anchos y de menor altura, además de realizar estiramientos diarios de pantorrillas y ejercicios para fortalecer pies y tobillos, puede marcar una gran diferencia. Cuidar el cuerpo también es una forma de estilo, y tomar decisiones conscientes hoy ayuda a evitar molestias y lesiones en el futuro.
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