El pollo es un alimento básico en México por su versatilidad y valor nutricional, pero saber cómo elegir el pollo fresco en el supermercado es fundamental para garantizar una buena seguridad alimentaria y disfrutar de un platillo delicioso. Aquí te damos los mejores consejos para asegurarte de llevar siempre el mejor producto a casa.
Comprar piezas enteras para mayor frescura
Aunque el pollo troceado es más conveniente, optar por piezas enteras como pechugas, muslos o un pollo completo suele ser una mejor opción. Las piezas enteras tienden a conservar mejor su frescura, ya que no han sido manipuladas en exceso ni cortadas hace mucho tiempo, lo que puede afectar su calidad.
Revisa siempre la fecha de caducidad
Uno de los consejos básicos al comprar pollo es verificar la fecha de caducidad o de consumo preferente. Siempre elige paquetes con fechas lo más alejadas posibles, ya que esto indica que el pollo ha sido procesado recientemente y es más seguro consumirlo.
El truco definitivo para identificar el pollo fresco
Para asegurarte de que el pollo que estás comprando está en buenas condiciones, debes prestar atención a su apariencia, olor y textura. Aquí te mostramos los pasos clave:
- Observa el color: El pollo fresco debe tener un color rosado o ligeramente amarillento y una tonalidad uniforme. Evita piezas con manchas grises o decoloración, ya que indican que el pollo ha comenzado a descomponerse.
- Revisa la piel: La piel del pollo debe estar suave y bien adherida a la carne. Debe tener una ligera humedad y estar estirada, sin presentar arrugas o rasgaduras. Si está pegajosa o reseca, es mejor buscar otra opción.
- Verifica el olor: Un pollo fresco no debe tener un olor fuerte o desagradable. Si percibes un olor ácido o rancio, es señal de que el pollo ha comenzado a descomponerse.
Cómo almacenar el pollo fresco para que dure más
Al llegar a casa, lo ideal es refrigerar el pollo de inmediato. Si no lo vas a cocinar en las próximas 24 horas, congélalo para evitar que se deteriore. Almacénalo en la parte más fría del refrigerador, y asegúrate de ponerlo en un recipiente cerrado o en una bolsa hermética para evitar que entre en contacto con otros alimentos.
Garantiza la seguridad alimentaria
Para evitar cualquier riesgo, cocina el pollo a una temperatura interna mínima de 74°C. Utiliza un termómetro de cocina para comprobar que el pollo está completamente cocido, especialmente en las áreas más gruesas, como las pechugas y los muslos.
Con estos consejos, podrás elegir y almacenar siempre el mejor pollo fresco, garantizando su frescura y seguridad para tus comidas.