La memoria de una nación es el registro de los pasos violentos, incipientes y precipitados que se dirigen hacia un rumbo desconocido pero ambicioso. La improvisación y la espontaneidad son ingredientes dentro de la historia de los enfrentamientos de hombres e ideas que anhelan conformar una nación, una comunidad que intenta, de cualquier manera, dibujar un rostro que lo identifique. Un rostro joven e independiente pero que no encuentra la comunión perfecta de su pasado, el cual urgentemente necesita configurarse y determinar su punto de origen para poder encontrarse y establecer su futuro.
Desprenderse significó para la joven nación, arrancar violentamente una maternal herencia española, la cual le dio vida durante tanto tiempo. Los discursos de independencia y libertad asesinaron cualquier rasgo de tradición hispánica y exaltaron los orígenes étnicos con el fin de revindicar la olvidada sabiduría indígena, aun sin conocerla. Con un pasado incompleto e incomprendido, la nación asumió el reto de escribir un inestable registro histórico y político portando una frágil bandera republicana.
La independencia le otorgó a México valor, pero no certeza, lo impulsó a un camino incierto haciéndolo creer que podía alimentarse de anhelos y buenas intenciones.
Sin embargo, para una nación es y seguirá siendo urgente configurar un pasado común para comulgar una ideología estatal que establezca un dominio cultural e histórico para sus nacionales.
El México independiente inició el establecimiento de héroes y villanos, en donde, el Estado bajo su poder doctrinario fomentó la ciega e incuestionable admiración por estos personajes que lideraron y murieron en sus más grandes victorias.
Todos los años, como es costumbre para los mexicanos, en el mes de septiembre festejamos con gran jubilo y estruendo las fiestas patrias. Celebramos inmersos en un mosaico cultural repleto de expresiones artísticas y gastronómicas, con amigos y familia, el recuerdo de la lucha independiente.
Una lucha que inicialmente no tuvo concretas y definidas sus intenciones, su espíritu revolucionario fue producto de ideas de hombres que no se imaginaron encontrar en los caminos infaustos de la revuelta armada, la gloria eterna en las páginas de la historia.
Entonces, la noche del 15 de septiembre de 1810 en conjunto al grito del valiente cura Miguel Hidalgo y Costilla en el pueblo de Dolores se convirtió en el inicio de un nuevo destino turbio pero independiente; sin embargo, el poder político ha determinado la fuerza histórica de un recuerdo que se transformó en emblema de una nación que actualmente padece muerte, inseguridad y violencia.
Aún con un destino aciago y un caminar temeroso, el México independiente nos ha enseñado a vivir diariamente con frustración e impotencia, cansados del peligro, las injusticias y la falta de certeza. De poco a poco, nos acostumbramos al dolor que en diversas ocasiones nos ha endurecido el abrazo fraternal.
No obstante, México y sus héroes se van transformando conforme el tiempo, por ejemplo, hoy se encuentran en un gremio que dedica su vocación al servicio de la salud, desde el personal estratégico clínico que trabaja sin descanso, hasta el cuerpo operativo hospitalario que vigila y atiende, los cuales enfrentan con paciencia y resiliencia las precariedades de una gestión pública en medio de una contingencia sanitaria. Hoy, gracias a ellos Mexico vive.
Los nuevos héroes están esperando ser reconocidos, pero ante el ritmo caótico de esta nueva realidad seguirán desde sus trincheras escondidos, esperando que mejores tiempos se aproximen para el bien de todos. Cada hijo de la patria está resistiendo los nuevos retos derivados de estas crisis, pero, aun así, siempre hay tiempo y motivos de orgullo y festejo.
Es menester, no olvidar que somos producto de la historia y que también, nosotros somos actores de la misma. Es un binomio inevitable de separar.
El análisis y el conocimiento de nuestra historia como nación nos permite comprender las conexiones de sentido de nuestra realidad tan cambiante, al mismo, tener un interés proactivo por nuestra narrativa histórica fortalece nuestra cultura política.
No olvidemos la crítica y la reflexión que nos sirven como herramientas de introspección como sociedad. No olvidemos celebrar por todo lo bueno y ejemplar que México aporta en diferentes dimensiones.
¡Viva México, siempre!