Atzitzintla, allá en la franja que divide Puebla y Veracruz, está viviendo días que nadie quisiera enfrentar.
Todo se descontroló después de una balacera brutal que dejó seis muertos, seguida de amenazas directas contra el alcalde Eduardo Velázquez Medina y la renuncia masiva de 20 policías municipales, quienes simplemente dijeron “hasta aquí”. Con ese vacío de seguridad, el gobierno del estado tuvo que entrarle y tomar el control.
La zona no es nueva en estos problemas. Está pegada a la Autopista Puebla–Orizaba, uno de los puntos más calientes para el robo de carga, donde operan varias bandas que han hecho de ese corredor un dolor de cabeza para transportistas. Así que cuando el titular de la SSC, Francisco Sánchez González, recibió la solicitud urgente del alcalde, no hubo de otra: enviaron 15 policías estatales y activaron un esquema especial de protección para el edil tras amenazas supuestamente provenientes de la Operativa Barredora del CJNG.
El enfrentamiento que prendió la mecha y las versiones que calientan más el ambiente
Todo se encendió el 18 de noviembre, cuando ocurrió un choque armado entre Autodefensas Pueblos Unidos —grupo que, según reportes locales, tiene vínculos con operadores como El Bukanas y La Marrana— y la Barredora del CJNG. La persecución arrancó en Paso Carretas y terminó en Mariano Escobedo, Veracruz.
El saldo: seis muertos, todos identificados como autodefensas.
Luego, la Barredora publicó un mensaje diciendo que los fallecidos “obedecían órdenes del alcalde” y que realizaban robos diarios de transporte. El Ayuntamiento de Atzitzintla salió a desmentir todo con fuerza. Eduardo Velázquez aseguró que no tiene ninguna relación con grupos delictivos y acusó a adversarios políticos de difundir mentiras para confundir a la ciudadanía.
Mientras eso pasaba, la renuncia simultánea de todo el cuerpo policiaco dejó al municipio totalmente indefenso, por lo que la Secretaría de Seguridad estatal tuvo que asumir el mando.
Efecto dominó, denuncias y pleito político entre Morena y PAN
Lo más tenso es que este caso no es aislado. En la misma semana, el gobierno estatal también tuvo que intervenir en Tianguismanalco, donde su alcalde fue atacado con un arma blanca. Y en Huixcolotla, tres policías municipales fueron asesinados, presuntamente por el mismo grupo delictivo que opera en la región. Las autoridades estatales reconocen que la expansión de este brazo criminal explica gran parte del aumento de la violencia en municipios del sur.
A esto se sumó el testimonio de un joven de 17 años, quien dijo que policías estatales lo golpearon, lo amenazaron y le aseguraron que “lo iban a desaparecer”. Su madre ya anunció que presentará una denuncia formal.
Y claro, el tema se volvió político de inmediato:
- Morena dice que todo es consecuencia de “redes de corrupción” relacionadas con gobiernos del PRIAN.
- El PAN, por su parte, exige reforzar la seguridad y respalda al alcalde de Atzitzintla, mientras acusa fallas en la estrategia estatal.
En pocas palabras: Atzitzintla está convertido en el epicentro de una tormenta que mezcla violencia, crimen organizado, fracturas institucionales y una pelea política que solo le mete más ruido a una región que ya tiene suficiente.
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