Desde mediados de octubre, México se cubre de flores de cempasúchil y papel picado, dos elementos que iluminan los altares dedicados a los fieles difuntos. Estas coloridas decoraciones no solo embellecen las ofrendas, sino que también preservan una tradición centenaria que da identidad y sustento a comunidades enteras.
San Salvador Huixcolotla: la cuna del papel picado
En el corazón de Puebla, San Salvador Huixcolotla es reconocido como la “Cuna del papel picado”, una tradición artesanal que se remonta al siglo XIX. Con papel de china, una placa de plomo y más de un centenar de cinceles, los artesanos crean diseños únicos que decoran altares, iglesias y fiestas patronales en todo el país.
El reto del producto chino: amenaza a una tradición
Sin embargo, la llegada del papel picado industrial proveniente de China ha puesto en riesgo esta herencia cultural. Los productos hechos con máquinas láser y materiales de baja calidad son mucho más baratos, lo que ha provocado una competencia desleal que amenaza la economía local y el futuro de los artesanos.
“El producto chino es de mala calidad comparado con nuestra artesanía”, afirma Norberto Reynoso Campos, fundador junto a su esposa Margarita Cruz de la empresa Papel Picado Mexicano. “La gente busca precios bajos sin importar la calidad o el significado detrás del trabajo”.
Un legado familiar que resiste
La familia Reynoso Cruz mantiene viva la tradición desde 2020, cuando decidió transformar su oficio en una microempresa para enfrentar la pandemia. Con 25 empleados, su taller produce piezas de hasta 130 cortes diferentes, elaboradas a mano con paciencia y precisión.
“Cada pliego es una obra de arte, y detrás de él hay horas de dedicación”, comenta María Dolores Ledo Bautista, nuera de los fundadores y encargada del marketing. Ella explica que los pedidos comienzan a planearse desde enero, pues cada temporada exige distintos diseños religiosos y festivos.
Precios y competencia desigual
Mientras un pliego artesanal de 40x35 cm cuesta en promedio 30 pesos mexicanos, los productos chinos pueden adquirirse por menos de 8 pesos el metro. Esta diferencia de precios, sumada al aumento en el costo del papel, reduce las ganancias de los talleres locales y amenaza con extinguir su labor.
Identificar el papel picado auténtico
Los artesanos de Huixcolotla explican que el papel picado mexicano se distingue por la fineza de sus cortes, la durabilidad del color y la estabilidad de la figura. A diferencia del industrial, el hecho a mano no se deforma ni se rompe fácilmente, y conserva el brillo y la textura del papel original.
Exportar para sobrevivir
A pesar de las dificultades, Papel Picado Mexicano ha logrado llevar su arte más allá de Puebla, enviando piezas a estados como Michoacán, Veracruz, Tamaulipas y Durango, e incluso a Estados Unidos, Colombia, España y Nueva Zelanda.
Una tradición que da vida
Para la familia Reynoso Cruz, el papel picado representa más que un oficio: es identidad, cultura y sustento. “Perder este arte sería perder nuestras raíces”, advierte Norberto. “Cada pliego que hacemos lleva el alma de México y el esfuerzo de muchas familias que solo quieren conservar su trabajo y su historia”.
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