En los primeros tres años del sexenio, la política ha buscado disminuir la burocracia, eliminar privilegios y llevar a cabo reducciones significativas en el gasto corriente.
En los tres años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, las finanzas públicas se han caracterizado por seguir una política de austeridad, que se ha traducido en menores incrementos del gasto que en otros sexenios, así como el no endeudarse de más y centrar la política tributaria en el combate a la evasión fiscal en vez de implementar una reforma fiscal integral.
De acuerdo con los datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el gasto que se ejerció de enero a julio de este año fue de 3.69 billones de pesos, el mayor del que se tiene un registro para un periodo similar; sin embargo, frente al primer año de gobierno, el gasto creció 4.5%, la menor tasa para los tres primeros años de un sexenio desde el de Ernesto Zedillo, cuando el gasto creció 1.8 por ciento.
Lo anterior, explicó James Salazar, subdirector de Análisis Económico de CIBanco, está en línea al mandato del Presidente de regirse por la austeridad, que permite “hacer más con menos dinero”, aunque los cuestionamientos se centran en si el gasto que se ejerce actualmente en proyectos prioritarios tiene un impacto positivo en la economía.
“El objetivo de esta política de austeridad es reducir la burocracia, eliminar privilegios y llevar a cabo contenciones o reducciones significativas en el gasto corriente y, a su vez, enfocarlo en política social, sesgada a los programas prioritarios que definió el gobierno y sus proyectos de infraestructura”, agregó.
En este sentido, Pablo López Sarabia, catedrático del Tec de Monterrey, señaló que aún en medio de la crisis del Covid-19, las finanzas públicas lograron mantenerse saludables; sin embargo, aún existen pendientes en la parte del gasto en inversión, así como una mayor participación de la banca del desarrollo.
“Los números pintan razonablemente bien dado el entorno de la pandemia que hemos vivido y, particularmente, por el gran esfuerzo recaudatorio hecho del fisco. En materia de gasto, al no tener suficientes recursos, éste se ha ido a proyectos insignia que no se ven que sean tan productivos como los que se requerirían”, aseveró.
Ingresos, la sorpresa
En el caso de los ingresos, éstos han crecido menos en comparación con el gasto. De enero a julio de este año, los ingresos presupuestarios sumaron 3.41 billones de pesos, 3.1% más que en el primer año de gobierno.
Si bien el crecimiento es mayor al que se presentó en los primeros tres años de gobierno de Felipe Calderón, donde aumentaron sólo 0.1%, es menor al incremento de 6.9% que se dio con Enrique Peña Nieto.
Incluso así, Janneth Quiroz, subdirectora de Análisis Económico de Monex, apuntó que los ingresos han sido la “sorpresa” de este sexenio ya que, aunque no se ha implementado una reforma fiscal, se han logrado crecer y mantener aún en una época de crisis.
Hacia adelante, la analista comentó que el gobierno deberá seguir enfrentando a la evasión, defraudación y elusión fiscales, temas que todos los sexenios se han tenido que afrontar ante los altos niveles que existen en el país de estos ilícitos y que deja pérdidas millonarias al fisco.