Los altos costos en algunos productos y servicios no han dado tregua a los bolsillos de los mexicanos desde hace meses. Y es que aunque el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señaló en su último reporte que el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) tuvo una “desaceleración” en la primera quincena de 2022 (7.13%), lo cierto es que los elevados precios están ocasionando dificultades para superar la llamada “cuesta de enero”.
Uno de los alimentos que forma parte esencial de la dieta de los mexicanos y que representa los altos niveles altos de la inflación, es el limón. Este producto ha rebasado los 100 pesos por kilo en algunas regiones del país y aunque su costo ya ha comenzado a bajar, sigue estando muy caro, sobre todo si se tiene en cuenta que el año pasado, el kilo de este producto oscilaba entre los 15 y los 20 pesos.
México es el segundo productor mundial de este cítrico a nivel mundial. De acuerdo con datos del Servicio de Información Agropecuaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), al 31 de diciembre de 2021 la producción de limón fue de 2 millones 964,621.07 toneladas. De esa cantidad, se exporta alrededor del 30%.
Hasta mediados del 2020, la producción de limón en México abarcaba 166,580 hectáreas plantadas, teniendo a Veracruz, Colima, Michoacán, Oaxaca y Yucatán como estados líderes en su cultivo, por lo que concentran el 80% de la producción total.
Según SiCarFarms -empresa líder en el sector agrícola-, de todo el limón que se cosecha en México, cerca del 40% se destina para el consumo directo de los usuarios, mientras que el 60% es requerido por la industria para la fabricación de productos como jugos concentrados, aceites esenciales destilados, pectinas, entre otros.
Pero con la llegada del invierno y en pleno repunte de casos por la pandemia de COVID-19, la demanda del limón aumentó. Sin embargo, entre enero y marzo, en México hay una menor producción del cítrico.
Aunado a esto, la inseguridad en los estados productores de Michoacán, Colima y Veracruz, es otro factor que ha afectado la producción y transportación de este producto alimentario.
No obstante, hay que tener en cuenta que el aumento de precios promedio de los alimentos fue de 28% en el mundo durante 2021, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), debido -principalmente- a que muchos países han registrado problemas de producción, como consecuencia del coronavirus, pero también ha habido un aumento de precios en los insumos como fertilizantes, combustibles y transporte. Incluso también ha influido el cambio climático y las disrupciones en las cadenas de producción.
La inflación “por las nubes”
Durante los primeros 15 días de este 2022, la inflación en México llegó al 7.13% anual, lo que de acuerdo con el Inegi representa una desaceleración, toda vez que durante la última quincena del 2021, el Índice Nacional de Precios al Consumidor alcanzó el 7.26%. De esta manera y aunque suma tres quincenas consecutivas a la baja, se trata de la mayor tasa que se registra para un inicio de año desde el 2001, cuando la inflación al inicio del año fue de 8.37%.
El dato, publicado el lunes 24 de enero, quedó en línea con las expectativas del mercado, que de acuerdo con un sondeo de Reuters esperaban la inflación de 7.13% debido a menores presiones en el rubro no subyacente. Sin embargo, la inflación subyacente continuaría como la mayor presión.
Los productos alimentarios como el limón y el costo de los energéticos, siguen presionando a la economía nacional y continúa presente la posibilidad de un nuevo incremento en las tasas de interés por parte del Banco de México (Banxico).
Si esto ocurre, se confirmaría lo dicho por el Bank Of America que la semana pasada advirtió que México estaría entrando en recesión técnica, por lo que las previsiones para el crecimiento de la economía en 2022 serían a la baja.
La institución financiera tomó en cuenta los últimos datos del Indicador Global de Actividad Económica del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que revelan que la economía mexicana suma dos trimestres consecutivos de bajas respecto a sus trimestres anteriores; lo que significaría que México está entrando en una recesión técnica.
No obstante, este martes 25 de enero, el Inegi -encabezado desde inicios de este año por Graciela Márquez, muy cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador- reportó que la actividad económica de México avanzó un 1.7% anual en noviembre del año pasado, empujado especialmente por el sector agrícola.
Mediante un comunicado detalló que este avance en el Indicador Global de la Actividad Económica de México (IGAE) es el resultado del aumento del sector agrícola (6.9%), del industrial (1.6%) y del de servicios (1.3%), en cifras originales
Según cifras desestacionalizadas, sin factores coyunturales y de calendario, el IGAE avanzó un 0.3% respecto al mes previo. El sector primario avanzó un 7.2% y el terciario lo hizo un 0.5%, mientras que el sector secundario cayó un 0.1%.
El IGAE es un indicador preliminar de distintos sectores que muestra la tendencia o dirección que la economía mexicana tendrá en el corto plazo.
Sin embargo, este mismo día, el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo sus expectativas de crecimiento económico para México en 2022.
En su informe Perspectivas Económicas Mundiales (WEO), el organismo con sede en Washington ajustó a la baja ajuste a la baja sus perspectivas para México en el 2022 al considerar que tendrá un crecimiento de 2.8% este año y un aumento de 2.7% para 2023.
El FMI también recortó sus previsiones de crecimiento global en medio punto porcentual, a 4.4% en 2022, con implicaciones para América Latina y el Caribe, que ahora se expandirá un 2.4% este año, en relación a la estimación anterior de un avance del 3.0%.