Jorge Eduardo Costilla Sánchez, el Coss, trabajó como policía de Tamaulipas y luego incursionó en el narcotráfico hasta liderar al Cártel del Golfo, pero disputas internas que propició agudizaron la fractura del grupo criminal con remanentes sanguinarios que se mantienen hasta la fecha.
El Coss es originario de Matamoros, donde se fundó el Cártel del Golfo y despuntó en el tráfico de drogas con Juan García Ábrego en la década de 1980. En 1992 Costilla Sánchez tenía 21 años y se convirtió en agente municipal, pero solamente estuvo hasta 1995 y después conformó una red de secuestradores identificados como los Sierra.
Para esa época, la empresa del crimen transnacional sufrió una embestida con el arresto de García Ábrego y diversos lugartenientes pretendían seguir en el liderazgo. El máximo jefe cayó en Nuevo León en enero de 1996 y después ascendió Osiel Cárdenas Guillén, quien tomó las riendas tras matar a su amigo en 1998: Salvador Gómez Herrera, el Chava, sucesor del Cártel del Golfo.
Con la recomposición, el Coss se convirtió en lugarteniente del nuevo jefe. Fue entonces como se desempeñó en la seguridad del cártel que abarcaba órdenes a los Zetas, brazo armado compuesto por desertores de élite del Ejército y convertidos en la guardia personal de Cárdenas Guillén. De acuerdo con diversos reportes, Costilla Sánchez era un operador sigiloso, con temperamento y accionar temerario.
A finales de la década de 1990, el Coss fue delegado de las actividades criminales en la plazas de Matamoros, Tampico, Nuevo Laredo, Ciudad Miguel Alemán, hasta la frontera sur, en Tapachula, Chiapas. Con ello aseguraba el trasiego de cocaína desde Centroamérica hasta el Golfo de México, según informes de la entonces Procuraduría General de la República.
Expedientes del Departamento de Justicia señalan comunicaciones intervenidas donde el propio Costilla Sánchez había presumido sus operaciones en la frontera con Guatemala desde 1996, con el ascenso de Osiel Cárdenas Guillén. Su cercanía con el máximo líder lo mantenía en un rango elevado del Cártel del Golfo.
Ese empoderamiento fue constatado por agentes de Estados Unidos, quienes quedaron secuestrados temporalmente y estuvieron a punto de ser ejecutados en noviembre de 1999. De acuerdo con informes del Departamento de Estado, las amenazas ocurrieron contra elementos del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y de la Administración del Control de Drogas (DEA).
Los funcionarios extranjeros fueron interceptados por un comando de sicarios fuertemente armados en los dominios del Cártel del Golfo, presuntamente en la frontera de Tamaulipas. Pero no era cualquier convoy, pues entre ellos viajaban Cárdenas Guillén y el Coss, así como otros miembros claves del grupo criminal, quienes apuntaron sus ametralladoras a los agentes estadounidenses y amenazaron con asesinarlos.
“Después de un tenso enfrentamiento, se permitió que los agentes del FBI y la DEA se fueran”, explica el reporte oficial, donde se reconoce que las tensiones disminuyeron por la condescendencia de los criminales.
De acuerdo con informes consultados por Infobae México, el Coss se convirtió en uno de los operadores más eficaces del Cártel del Golfo, pues coordinaba trasiegos de droga con la policía corrupta de Tamaulipas, como Juan Roberto Rincón Rincón, jefe de plaza de Río Bravo sentenciado a cadena perpetua en 2013 en la corte sur de Texas.
Pero la violencia desatada por el Cártel del Golfo llevó a la captura de Osiel Cárdenas Guillén en 2003. El líder del grupo criminal confiaba en sus secuaces y seguía operando desde prisión. Incluso ordenó que se alistara un comando para asesinar a Felipe Calderón, entonces presidente electo en 2006 y quien firmó la extradición del capo a Estados Unidos en 2007.
Ante el arresto del cabecilla, los Zetas planeaban rescatarlo del penal de máxima seguridad del Altiplano, Estado de México. Para ese entonces, el Coss ya no se reunía directamente con el brazo armado del Cártel del Golfo, sino lo hacía por teléfono. Ya era el jefe de la organización en contubernio con Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta.
Según datos consigandos previamente, en 2007 los operadores secundarios eran Heriberto Lazcano Lazcano, Jaime González Durán, el Hummer, Héctor Manuel Sauceda Gamboa, el Karis, Sergio Castillo Ortiz, el Checo, y Julio César Rosales Mendoza. La unión entre Zetas y Cártel del Golfo se mantenía contra amenazas del Cártel de Sinaloa.
Los informes revisados por este medio añaden que el Coss continuó con nexos en Colombia, donde tenía como principal lugarteniente a Andrés Alexander Vieda Duque, detenido en Bogotá en septiembre de 2012. Así fue como Jorge Eduardo Costilla Sánchez estableció sus alcances hacia África; países de Europa como España y Holanda; así como en Perú, Chile y Argentina.
Contaba con una red de sicarios agrupados en los Deltas y Oriones, quienes sumaban alrededor de mil operadores entre halcones, jefes de plaza y mandos medios que se identificaban con claves como R1, R2, R3 y así suscesivamente. Todos ellos fueron el comienzo de los Metros.
Otros reportes señalan que el jefe del Cártel del Golfo corrompió a mandos tamaulipecos de la Secretaría de Marina Armada de México, a cambio de que dejaran operar a sus jefes de plaza y sicarios. Sin embargo, pronto comenzó el distanciamiento con los Zetas, quienes se empoderaron y se consolidaron como un cártel más.
Entre las diferencias internas quedaron mandos del grupo de la última letra, quienes reclamaron al Coss por esas represalias. Pero el líder criminal no accedió a retribuir ni calmar la disputa con el brazo armado. Fue a finales de 2009 y un año después, los Zetas declararon la guerra al cártel que los reclutó. La batalla desató una ola de sangre y fuego en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila.
Sin embargo, las decisiones de Costilla Sánchez también fueron contra intereses de otros líderes del Cártel del Golfo. En 2010 concretó un pacto con la Familia Michoacana para que sicarios al mando de Nazario González, el Chayo, acudieran a combatir en Reynosa contra los Zetas, a cambio de ofrecerles la ruta de trasiego en la frontera de Tamaulipas.
Pero el hermano de Osiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, así como Samuel Flores Borrego, el Metro 3, no estuvieron de acuerdo con esas negociaciones. Enseguida comenzaron detenciones y abatimientos del clan Cárdenas Guillén. Los reportes aseguraron que el Coss se reforzó con sicarios traídos de Guatemala para exterminar a sus enemigos.
Tony Tormenta fue abatido por la Marina en 2010 y en septiembre de 2011 fue asesinado el Metro 3, lugarteniente en Reynosa. El cuerpo de este último fue hallado en el kilómetro 21 que conecta con Monterrey, junto al cadáver de Eloy Lerma García, policía ministerial de Tamaulipas. La fractura interna ya se había acentuado.
La dependencia naval reconoció oficialmente que Costilla Sánchez ganó desconfianza con la familia de quien fuera líder en el Cártel del Golfo, tras las caídas de los otros cabecillas. Fue entonces que entró a la disputa Mario Cárdenas Guillén, el Gordo, quien hasta entonces se había mantenido al margen.
El Coss pasó a ser considerado como Judas, debido a las traiciones que le atribuyeron para quedarse al frente. Pero entonces comandaba la segunda organización más peligrosa, detrás del Cártel de Sinaloa. Ya era conocido como el Sombra y/o Doble X y/o XX. El Gordo y/o M1 fue detenido el 3 de septiembre de 2012 en Altamira por agentes de la Marina. Más de una semana después, el 12 del mismo mes, cayó Costilla Sánchez tras una persecución en Tampico.
Luego siguió su extradición a Estados Unidos en 2015, donde se declaró culpable de amenazar a los agentes de la DEA y del FBI en 1999. Para 2017 se declaró culpable de cargos de narcotráfico. Finalmente fue condenado a cadena perpetua este 15 de septiembre y al pago de una multa de 5 millones de dólares que obtuvo del negocio criminal en la década como jefe del Cártel del Golfo.
El Coss tiene 51 años y se ha definido su castigo tres décadas después desde que dejó la policía municipal. En Estados Unidos ofrecían 5 millones de dólares de recompensa por su captura y en México la oferta por el mismo requerimiento alcanzaba los 30 millones de pesos a quien aportara datos de su paradero para detenerlo.
Actualmente, la ruptura que protagonizó permanece con grupos como los Metros, Escorpiones, Ciclones, Talibanes, Cártel del Noreste, Zetas Vieja Escuela, Sangre Nueva Zeta, Alemanes, Grupo Sombra y una suma de células locales que tienen feudos criminales en Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo, Zacatecas, San Luis Potosí, Nuevo León, Puebla y Coahuila. En esas entidades se dedican al secuestro, extorsión, tráfico de migrantes, exportación de drogas, robo de combustible y asesinatos.