En Puebla se armó una mesa de trabajo que sí estuvo cargada de sustancia y no solo de discursos.
Ana Laura Altamirano, secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural, se sentó directamente con productores de la región sorguera de la Mixteca poblana, un sector que últimamente ha estado preocupado por la caída del precio de la semilla de sorgo. A la reunión también llegaron representantes de Gobernación, la diputación de la zona, FIRA, INIFAP y Agricultura Federal, todos con la idea de abrir el micrófono y escuchar lo que la gente del campo vive todos los días.
Lo que surgió fue un ambiente de respeto y, sobre todo, de honestidad. Las y los productores fueron claros: necesitan mejorar las condiciones del mercado, tener precios más parejos y evitar que los costos de producción sigan comiéndose sus ganancias. Y sí, aunque suene simple, el hecho de que sus preocupaciones se escucharan de manera directa ya fue un paso gigante.
Acuerdos que sí pueden mover la balanza
Entre lo más importante que salió de esta mesa está el compromiso de impulsar alternativas reales que fortalezcan la actividad sorguera. Una de ellas es la vinculación con empresas que garanticen precios justos, algo que podría dar un respiro enorme a quienes producen.
Otro punto clave fue la creación de una estrategia para reducir costos de producción, aprovechando una trilladora del módulo de maquinaria para apoyar la cosecha en la región. Esto busca quitarles un peso de encima a los productores y evitar que los gastos operativos se vuelvan imposibles de cubrir.
También se planteó que muchos de ellos puedan recibir apoyos directos por parte de la Secretaría de Agricultura, algo que brindaría certeza, reconocimiento y un piso un poco más parejo para seguir trabajando la tierra.
Hacia un campo con justicia y mejores oportunidades
El compromiso no quedó en palabras: se acordó mantener un diálogo permanente y cercano con los productores, revisando avances y necesidades conforme vayan surgiendo. Todo bajo la visión impulsada por el gobernador Alejandro Armenta y alineada con la línea de trabajo de la presidenta Claudia Sheinbaum, enfocada en construir un campo con justicia social y soberanía alimentaria.
Porque al final, lo que está en juego es más grande que un cultivo: es el bienestar de quienes alimentan a México todos los días.
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