Tlaxcala, Tlax.- La gestión del secretario de Salud, Rigoberto Zamudio Meneses, ha sido duramente cuestionada tras su incapacidad para resolver el paro laboral en la clínica de hemodiálisis ubicada en la zona de hospitales. El conflicto se extendió sin una solución oportuna de su parte, lo que obligó al gobierno estatal a intervenir directamente para destrabar la situación.
Esta omisión evidencia su falta de preparación para dirigir un sector tan sensible como el de la salud pública, dejando a pacientes y personal médico en un estado de abandono institucional.
Inseguridad y caos sin respuesta efectiva
El secretario de Seguridad, Alberto Perea Marrufo, continúa sin ofrecer resultados contundentes frente a la creciente incidencia delictiva en el estado. Tlaxcala registra delitos en distintos puntos sin estrategias visibles que permitan revertir esta tendencia.
Su falta de reacción fue más notoria el pasado miércoles, cuando una manifestación de transportistas paralizó la capital durante casi cuatro horas. La ausencia de un operativo eficaz dejó a la ciudadanía sumida en el caos vial y la incertidumbre.
Gobernabilidad sin liderazgo claro
Por su parte, el secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez Hernández, no ha logrado consolidarse como un referente de autoridad política. Su gestión se percibe como débil y carente de dirección estratégica, siendo superado en momentos críticos.
Lejos de liderar con firmeza, su papel ha sido casi invisible ante conflictos relevantes, y sus decisiones parecen motivadas por intereses personales más que por el bienestar de Tlaxcala. Esta situación ha generado una sensación de desgobierno en una de las oficinas clave del estado.