Tlaxcala, Tlax.- La Bajada de la Virgen de Ocotlán a las calles de la capital tlaxcalteca es una tradición viva desde 1641, que simboliza el peregrinar de María desde Nazaret hasta Judea. Este acto representa la entrega de su mirada amorosa y el mensaje de fe y esperanza al pueblo de Tlaxcala.
María, peregrina de luz, dolor y gloria
Durante la ceremonia, el obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, subrayó que María es una peregrina que invita a todos a serlo también, viviendo con fe en medio del dolor y la gloria.
“María baja a nuestra ciudad y nos entrega a Jesús con su mirada y presencia. Su paso por nuestras calles nos invita a ser sensibles ante las necesidades de los demás”, expresó el obispo.
Un recorrido lleno de devoción y color
La imagen de la Virgen recorrió calles, mercados, plazas, la central camionera y edificios públicos. En cada sitio fue recibida con decoraciones en blanco y azul, alfombras de aserrín, altares con veladoras e imágenes, donde las familias tlaxcaltecas realizaron peticiones por salud, trabajo, dinero y la misericordia de Dios.
Un mensaje de esperanza para Tlaxcala
La llegada de la Virgen al corazón de la ciudad evocó el momento en que Isabel recibió a María y sintió en su mirada la presencia de Dios. Así, el obispo destacó que la Virgen enseña a ser peregrinos de esperanza, a acercarse a quienes más lo necesitan: enfermos, ancianos y personas en situaciones difíciles.
Una visita que transforma
Finalmente, el obispo recordó que este acto no solo es una tradición, sino una bendición para Tlaxcala. La presencia de la Virgen es un llamado a renovar la fe, tal como María lo hizo al anunciar a Isabel que sería madre del Salvador y al proteger la vida del niño Jesús.
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