Salvador Dalí no solo creó un arte extraño y surrealista, sino que llevó una vida tan fascinante y compleja como su propia obra artística.
Salvador Dalí se hacía llamar el “Divino” y entre su enorme círculo de amistades se contaba el rockero Alice Cooper, un personaje extravagante y oscuro como pocos en la historia del arte. También le encantaban el psicoanálisis freudiano, el sadomasoquismo, el miedo a la castración o la lectura del tarot. Lo anterior es tan solo una muestra de la compleja mente de uno de los grandes genios del arte del siglo XX. Hacer un compilado sobre las más grandes extravagancias del maestro del surrealismo es tarea ardua, pues Dalí llevaba un estilo de vida cercano a las extrañas obras que pintó.
Se enamoró de la amiga de uno de sus mejores amigos
Fue en agosto de 1929 cuando Salvador Dalí conoció al amor de su vida: Elena Ivanovna Diakonova, más conocida como Gala. Sin embargo había un pequeño problema: Gala estaba casada con el poeta surrealista francés Paul Eluard (al tiempo que mantenía un romance con Max Ernst).
Lo anterior no supuso un gran problema para Dalí y, al final, Gala se casó con el pintor en 1934. Aunque era 10 años mayor que él, estuvieron juntos hasta la muerte de ella en 1982.
Gala se convirtió en la musa, directora de negocios y consejera financiera de Dalí, lo cual le permitió llevar un estilo de vida extravagante y lujoso. Gala solía consultar las cartas del Tarot para tomar las decisiones más importantes sobre la carrera de Dalí.
Diseñó el logotipo de una conocida marca de paletas
Dalí fue una celebridad en vida y un ícono de la cultura pop. Nunca escondió su fascinación por la fama ni por el dinero. Además de aparecer de manera continua en anuncios de televisión, diseñó para marcas famosas. Ejemplo de ello es el famoso logotipo que hizo de las paletas Chupa Chups y el logotipo del Festival de Eurovisión de 1969.
Salvador Dalí organizaba orgías
Gala, la esposa de Dalí, le animó a tener un matrimonio abierto, lo cual incluía participar en orgías que organizaban en su casa. Dalí no participaba en ellas, sino que se limitaba a ser un simple espectador. En realidad era voyerista. Una de las varias celebridades que fueron invitadas a estos eventos fue la cantante Cher, quien relató la anécdota de la siguiente manera.
“Vi un precioso pez de goma pintado. Simplemente fabuloso. Tenía un pequeño control a distancia, y estaba jugando con él, y la cola iba de un lado a otro, y pensé que era un juguete para niños. Así que le dije a Salvador: “Esto es muy gracioso”. Y él respondió: ‘Es maravilloso cuando lo colocas en tu clítoris'”.
Tenía una extraña obsesión con Hitler
Contrario a la mayoría de los surrealistas, que se mostraron totalmente antifascistas y contrarios a Hitler, Dalí empezó a obsesionarse con el führer, a tal grado que le comenzó a pintar. Entre sus obras destacan El enigma de Hitler y Hitler masturbándose. Una vez detalló que “a menudo soñaba con Hitler como una mujer” y que el dictador nazi “le excitaba”.
Creía que era la reencarnación de su hermano muerto
La madre de Dalí dio a luz a su primer hijo en 1901, pero el infante murió de gastroenteritis a los 22 meses. Se llamaba Salvador. Nueve meses después, nació el segundo Salvador, que recibió el nombre de su difunto hermano.
Cuando el segundo Dalí tenía cinco años, sus padres le llevaron a la tumba de su hermano muerto y le dijeron que era la reencarnación del fallecido. Esto tuvo un enorme efecto psicológico en Dalí.
Salvador Dalí casi se asfixió mientras daba una conferencia con una escafandra puesta
En la Exposición Surrealista Internacional de Londres de 1936, Dalí decidió pronunciar su conferencia vestido con una escafandra antigua, que le representaba sumergiéndose en el mar de su subconsciente. Todo iba bien hasta que empezó a asfixiarse dentro de la escafandra insonorizada. Lo más curioso es que su público pensó que formaba parte de su representación.
Era adicto a la masturbación
Masturbarse fue la única satisfacción sexual que Dalí practicó de manera regular. En su autobiografía, afirmaba que mantuvo esta práctica hasta bien entrada su edad adulta, a menudo frente al espejo. Sin embargo, el acto también infundía miedo a Dalí, pues en aquella época se creía que causaba impotencia, homosexualidad y locura.
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