Aunque los estándares para inhibir la participación de atletas trans en los Juegos Olímpicos pudiera parecer sesgada, no es una cuestión de opiniones nada más.
Laurel Hubbard no se sentía cómoda en su cuerpo. Durante sus primeros años en Nueva Zelanda, su país natal, fue educado a hacer cosas de niño. Al haber nacido con pene, para el mundo era hombre. Así, empezó su carrera en el levantamiento de pesas. Con los años, sin embargo, decidió que la persona con la que se encontraba frente al espejo sencillamente no era ella misma. A los 30 años, Hubbard se convirtió en una de las pocas atletas trans que abiertamente utilizaron terapia de hormonas para convertirse en mujer. A los 43, forma parte de los competidores por su país en Tokio 2020.
Todavía más pesado
Su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha generado revuelo entre colegas, críticos y la opinión pública en general. Aunque se le ha preguntado directamente cuál ha sido su proceso de duelo al transicionar mientras compite, la mujer trans ha decidido no hacer de su paso por la competencia una campaña de activismo social. Por el contrario, ella va a conseguir una medalla, nada más:
“Mira, yo soy quien soy. No vengo a cambiar el mundo“, asegura en una entrevista para RNZ, un noticiario neozelandés. “Yo vengo a hacer lo que tengo que hacer: cargar peso”.
Sin embargo, para la mirada pública no resulta tan sencillo. Entrenadores de otras atletas femeninas que participan en la misma categoría —+90 kilos—, aseguran que Hubbard tiene una ventaja biológica sobre las demás. Por tanto, su presencia hace que la competencia sea injusta para otras. Esta cuestión ya ha aparecido en el pasado entre los temas a tratar del Comité Olímpico Internacional. Para los integrantes, ésta no es una cuestión de opiniones.
La cuestión de la testosterona
Hoy en día, Laurel Hubbard cumple con los estándares establecidos por el Consenso de Estocolmo de 2003. Sin embargo, la resistencia de otras colegas y de los medios le han generado una presión considerable con respecto a sus niveles de testosterona: un factor cuantificable entre las pruebas necesarias para poder competir. Ella ya cumplió con esos requisitos desde hace años.
Como las demás, ha tenido que sobrellevar entrenamientos y escrutinios físicos rigurosos. No sólo para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Por el contrario, ha tenido que pasar pruebas aún más minuciosas para otras competencias, como la edición 2018 de Gold Coast Commonwealth Games. A pesar de ello, la atleta trans carga todavía con un peso aún mayor: los mitos a propósito de su supuesta ventaja hormonal.
Así como las atletas cisgénero, las capacidades de atletas trans varían según su baraja biológica y física. Cada cuerpo es diferente. “Un saltador alto podría ser más alto y tener piernas más largas que otro, pero el otro podría tener una forma perfecta y luego hacerlo mejor”, explica Andraya Yearwood, atleta de pista y afiliada de la Unión Americana de Libertades Civiles.
En contraste, asegura la experta, las condiciones socioeconómicas sí representan una ventaja considerable para las posibilidades de hacer una carrera deportiva entre los atletas. “Un velocista podría tener padres que gasten tanto dinero en entrenamiento personal para su hijo, lo que a su vez, haría que ese niño corra más rápido”, agrega. La misma condicionante aplica para otras categorías olímpicas, sobre las que las atletas trans han tenido que sobre-explicar su participación una y otra vez.
¿Juegos justos?
La cuestión de las atletas trans va más allá de un filtro machista. Lo cierto es que las diferencias biológicas entre mujeres y hombres aparecen en la pubertad, cuando la masa corporal en términos de músculo se empieza a desarrollar con más énfasis. Según el especialista en ciencias del deporte, Tommy Lundberg, el cambio notorio arranca a los 11 años de edad:
“El gran problema en este momento es que la terapia [hormonal] en sí misma no elimina la ventaja en la medida en que se pueda afirmar que se ha logrado la equidad”, dijo Lundberg aDeutsche Welle. “Y de hecho, el COI (Comité Olímpico Internacional) afirma que el objetivo primordial es, y sigue siendo, la garantía de una competencia justa. […] Así que ese es el problema ahora: no están al mismo nivel.”
Lundberg investigó a profundidad las implicaciones médicas de transicionar para atletas de alto rendimiento para un estudio publicado en The National Library of Medicine. En éste, partía de la base de que los cuerpos masculinos y femeninos biológicos ya tienen condicionantes ‘naturales’ antes de la transición, que el organismo no olvida por más que reciba hormonas de manera exógena. Éste ha sido de los argumentos en contra más poderosos sobre la participación de los atletas trans en los Juegos Olímpicos.
Hay veces que la gente sigue haciendo referencia a Laurel Hubbard por su nombre original, ‘Gavin’. A pesar de haber completado su transición y de identificarse como una mujer, la resistencia a nivel institucional, político y social será una constante a lo largo de su carrera como deportista. “Como atleta, lo único que puedo hacer es bloquear todo eso” declaró Hubbard. “De lo contrario, el levantamiento se vuelve todavía más pesado“.
MUY INTERESANTE.