El ejército de Estados Unidos desarrolla un proyecto contra la naturaleza: una píldora antienvejecimiento para optimizar a sus soldados.
Mientras Estados Unidos financia el Domo de Hierro de Israel, y apoya el diseño de tecnologías para volver a los soldados de Medio Oriente invisibles, el ejército del país está en aras de desarrollar una píldora antienvejecimiento. Los tratamientos a base de cremas y los cirujanos plásticos poco podrán hacer frente a esta nueva solución. Si funciona —y la Administración de Alimentos y Medicamentos lo aprueba—, la humanidad podría enfrentarse a nuevos retos en la medicina, con una población que se rehusa a ser vieja.
Un desarrollo militar
Se tiene pensado que a partir de 2022, el Comando de Operaciones Especiales del ejército estadounidense (SOCOM) comenzará con ensayos clínicos para la píldora antienvejecimiento. Originalmente, la pastilla está pensada para usarse como un refuerzo para los soldados en el país. Así lo define Breaking Defense:
“[Este experimento] es parte de un impulso para aumentar la capacidad humana y mantener a los combatientes sanos y funcionando al máximo rendimiento durante más tiempo”.
Si el desempeño es exitoso entre los soldados estadounidenses, la pastilla podrá comercializarse y estar disponible como un tratamiento de longevidad abierto al público. Los científicos militares a cargo del estudio aseguran que no se trata de crear rasgos que no existen de manera natural en el organismo. Sin embargo, el cuerpo envejece naturalmente, y el fármaco pretende ralentizar este proceso.
En principio, está pensada como un suplemento dietético que aumenta los niveles de la molécula NAD+ en el cuerpo. Este compuesto está relacionado con el sinnúmero de maneras en las que el cuerpo se deteriora con el tiempo, por lo que se encuentra en una zona no regulada en la industria. De esta forma, las lesiones cederán más fácil, y los órganos podrán estar ‘optimizados’.
Envejecer no es una enfermedad
No hay médico serio alguno que, en la actualidad, diagnostique “envejecer” como una enfermedad clínica. Entonces, como apunta bien Caroline Delbert para Popular Mechanics, no hay manera de que se prescriba una píldora antienvejecimiento que se pueda conseguir en las farmacias. Por tanto, este desarrollo es problemático de raíz.
En Occidente, la posibilidad de perder la juventud ha generado tensiones desde el siglo XIX, cuando ésta se empezó a considerar como un valor al cual aferrarse. Al tiempo, sin embargo, poco le importa si los seres humanos queremos aceptar nuestro paso efímero por este plano de existencia. Prueba de ello es el ánimo generalizado por generar soluciones a la muerte, implícitas en este tipo de esfuerzos tecnológicos.
La posibilidad de, al menos, aplazarla emociona a quienes no pueden sostener dentro de sí la única certeza que compartimos los seres vivos: no sólo estamos destinados a hacernos viejos, sino a morir. Los griegos no estaban lejos de la verdad cuando decían que Saturno se come a sus hijos. Sólo tras la implementación de esta píldora antienvejecimiento podremos ver qué facturas nos cobrará el padre de todos los dioses, al querer retarlo con este tipo de ‘soluciones a corto plazo‘.
MUY INTERESANTE.