El cineasta José Luis Cuerda ha fallecido este martes a los 72 años, tras sufrir una embolia en el Hospital de la Princesa de Madrid, según han confirmado sus hijas, Irene y Elena. Impulsor de un humor único, que del surrealismo pasó al surruralismo, como le gustaba bromear a esta mente siempre brillante, belicosa, el tiempo dio la razón a quienes consideraron en su estreno Amanece, que no es poco (1989) una comedia cumbre del cine español. "Si en su momento aquel trabajo tuvo algún detractor, hoy ya no queda ninguno", contaba su protagonista, Antonio Resines, tras conocer la noticia. "Cuerda era un cineasta de Champions League. Y un enorme escritor, que no se nos olvide".
El productor, guionista y director, también conocido por La lengua de las mariposas —adaptación de la novela de Manuel Rivas- o El bosque animado –que versionaba parte de la obra de Wenceslao Fernández Flórez- ha sido una de las figuras clave del cine español de las últimas décadas. Cuerda definía su estilo como “un retorcimiento de la realidad que sigue siendo realidad". "Lo que escribo suele estar lleno de ocurrencias que pueden parecer disparates, pero que nacen de lo que ocurre; son tan realidad como la realidad misma. La realidad mental es tan real como la física o la comprobable científicamente, solo que con consecuencias distintas”, contaba. Aunque, para llevar la contraria, apuntaba: "Como bien sabes, el surrealismo en el cine es imposible. En el momento en que decides dónde pones una cámara, ¿qué mierda de surrealismo es ese?". Y cerraba esa reflexión así: "Yo lo que quiero es ponerle al espectador un espejo, que posteriormente reflexione y que cada cual tire por donde quiera".
El bosque animado, con la que ganó el Goya a la mejor película, inaugura su etapa de humor absurdo en 1987. Como productor estuvo detrás de los tres primeros de Alejandro Amenábar (Tesis, Abre los ojos y Los otros), con los que ganó otros dos premios Goya. Como guionista, recibió dos estatuillas de la Academia de Cine con sus adaptaciones de La lengua de las mariposas (1999) y de Los girasoles ciegos (2008).
La película que marcó su carrera e inició su planteamiento de un humor especial, distinto, muy arraigado en las características más telúricas de la España que tan certeramente retrató Cuerda fue Total (1983), un telefilme que se desarrolla en el Londres de 2598, un paraje inmensamente parecido a un pueblo segoviano. Ahí ya están los diálogos chispeantes en mitad de sucesos extraordinarios. Más adelante en la novela de Fernández Flórez Cuerda encontró una obra acorde a sus sentimientos. Y muy gallega: Cuerda nació en Albacete, pero halló en Galicia su casa y allí tenía sus viñedos, de los que salen los vinos de la Bodega Sanclodio.
De fuerte carácter, de ideas claras, a Cuerda le gustaba repetir con sus colaboradores, tanto que en él se ha dado una circunstancia muy singular: su primer largometraje, Pares y nones, lo produjo Félix Tusell Gómez; el último, 35 años más tarde, Tiempo después, lo hizo con Félix Tusell Sánchez, su hijo, junto a un grupo de cómicos y actores furibundos fans como Edu Galán, Berto Romero, Andreu Buenafuente o Arturo Valls, que se agruparon en un grupo de WhatsApp llamado La Turba. Entre sus otros trabajos destacan La viuda del capitán Estrada (1991), La marrana (1992), Tocando fondo (1993), Así en el cielo como en la tierra (1995) o La educación de las hadas (2006).
Pero la película que le ha dado fama entre las jóvenes generaciones fue Amanece, que no es poco. En su momento fue vista por 306.000 espectadores y poco más de 600.000 euros en taquilla, un resultado discreto. Con sus ediciones primero en vídeo, y, sobre todo, después en DVD, empezaron a multiplicarse los amanecistas. Facebook ayudó a que se juntaran y a que se celebre anualmente una quedada amanecista, excursión de fin de semana por los pueblos donde se rodó la película en la sierra albaceteña del Segura. Las redes sociales también le sirvieron al mismo Cuerda para escribir brillantes comentarios sobre la actualidad política y su vida diaria en Twitter, donde acumuló 152.000 seguidores. Como escritor publicó el año pasado sus Memorias fritas (Pepitas de Calabaza).
De crío estuvo tres años en un seminario, antes de estudiar Derecho. "Fui belicoso en circunstancias guerreras en el franquismo y no quiero abaratar esos acontecimientos. Que se dé el valor que merecen aquellos momentos. Tuvimos que jugárnosla. Y recuerdo el día en que entraron en mi clase de segundo de Derecho Manuela Carmena y Cristina Almeida a proponernos que nos afiliáramos al PCE. Y lo hice... aunque duré poco, porque cuando se esquematiza demasiado no me siento cómodo", contó a EL PAÍS en el rodaje de Tiempo después. De allí pasó a trabajar en 1969 en RTVE, primero en servicios informativos y después en programas culturales. Ahí comenzó su carrera como director: con los telefilmes Mala racha (1977) y El túnel, adaptación de la novela de Ernesto Sábato.
"Es triste, pero me temo que la España de hoy irá a peor", aseguraba en 2018 en una entrevista en EL PAÍS tras el estreno en el festival de San Sebastián de la que ya es su última película, Tiempo después. Su España de 9177, "mil años arriba, mil años abajo, que tampoco hay que pillarse los dedos", como cuenta en off el director al inicio del metraje, emanaba un halo de desesperanza. "Puede que la realidad actual sea así", contaba en el certamen. Aunque de paso, incluía en el filme versos luminosos de sus poetas y humoristas favoritos, como César Vallejo, Federico García Lorca, Valle-Inclán o Julio Camba. "El mayor favor que se le puede hacer a la poesía es incorporarla a la vida. El que quiera, que la entienda". Y aportaba un ripio suyo: "El camaleón acierta en pleno sustantivo".
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