Cuando alguien no contesta los mensajes rápido, se disparan pensamientos negativos. Muchas veces, sin fundamento. Ésta es la razón.
La conversación empezó hace horas. Ya tuviste todas tus reuniones del día. Te diste un tiempo para comer. Incluso, terminó tu descanso para ir por un café. Aún así, nada: todavía no te contesta los mensajes. Insistir te genera ansiedad, pero al mismo tiempo, sientes que la otra persona te está ignorando a propósito.
Esta situación genera una espiral de pensamientos negativos en las personas. En un primer acercamiento, podría parecer un problema generacional, inherente a los nativos digitales. Sin embargo, la realidad es que no contestar los mensajes rápido es un problema que nos intersecta a la mayoría de los usuarios de redes sociales.
En Muy Interesante México entrevistamos a personas de entre 20 y 25 años al respecto. Esto fue lo que dijeron:
En línea (y sin contestar los mensajes rápido)
Daniela tiene 21 años. Acaba de entrar como becaria a trabajar a una empresa global. El medio oficial de comunicación con sus superiores son las plataformas instituciones. Sin embargo, su jefe tan sólo unos años mayor que ella a veces le escribe por WhatsApp, cuando el asunto es urgente.
Por alguna razón, existe la idea de que ésta es la red social por donde las personas contestan más rápido los mensajes. Aunque no sea el caso, cuando Daniela siente que su jefe se tarda en responder, se enciende un sentimiento poderoso de ansiedad en su interior:
“Sé que probablemente no es algo personal, y que seguro está haciendo otras cosas”, nos cuenta. “Pero no tenemos otra comunicación que no sea el chat del trabajo. Siento que me está ignorando”.
Con sus amigas, sin embargo, el acercamiento es diferente. “No lo siento grosero“, explica. Sin embargo, reconoce que cuando su pareja no le contesta rápido los mensajes, “le entra un sentimiento de tristeza, porque nos escribimos todo el día“. No es la única.
Más allá de la pantalla
Fernanda, de 23 años, comparte esta misma percepción con respecto a las conversaciones laborales. Cuando alguien se tarda en responder, ” ya no sé si se enojaron o qué”, explica. “Y más si están en línea“. En general, atribuye la molestia a que “no sé si se entendió bien mi mensaje, ya que muchas veces se distorsiona”.
Al respecto, Jeff Hancock, profesor de comunicación en la Universidad de Stanford, asegura que esta ansiedad se genera por una mezcla de factores. En estos casos, el medio ambiente, la coyuntura y el desarrollo de la vida interior de cada persona están relacionadas entre sí:
“La mayoría de las personas tienen teléfonos móviles [con] todas las plataformas de comunicación y, por lo tanto, son capaces de responder de inmediato”, explica el experto.
Esta cercanía nos ha obligado a modificar las normas sociales con respecto a cómo, cuándo y en qué momento debemos responder. Por ello, algunas personas consideran ‘grosero’ no contestar rápido los mensajes en redes sociales. Como hay muchas más herramientas para estar al pendiente siempre, la reacción inmediata es de angustia, molestia o franco enojo.
Sin embargo, parecemos anular la posibilidad de que, más allá de la pantalla, la vida de las personas sigue su propio curso. Aún a pesar de la maraña de pensamientos y sensaciones incómodas que nos genera el silencio, puede haber varias explicaciones más a porqué la persona no contesta de inmediato. A pesar de ello, parecemos anularlas por completo. Ésta es la razón.
El derecho a no responder
Bryan Lufkin, periodista para la BBC, aborda el fenómeno desde el sentimiento de compañía que confieren los smartphones y las redes sociales. “Nuestros teléfonos nos dan una ilusión de proximidad“, explica el autor. “Sin embargo, los remitentes no saben qué está pasando con la persona al otro lado de su mensaje”.
Ya sea porque la otra persona está ocupada, o no tiene ganas de contestar rápido los mensajes, la realidad es que no tiene porqué hacerlo. Desde esta perspectiva, esa imperativa social de responder inmediatamente se vuelve quebradiza. Andrés, de 26 años, piensa incluso que este medio de comunicación llega a ser ‘invasivo’:
“Creo que le estamos dando muchísima importancia a la comunicación por acá [por WhatsApp] cuando es lo más invasivo del mundo”, nos comparte. “O sea, ¿por qué tendría que parar todo para contestar rápido un mensaje que igual y ni urge?”
La falta de distancia que tenemos con los dispositivos móviles ha anulado por completo nuestro derecho a no responder. A veces, ni siquiera somos conscientes de que existe una posibilidad real de no contestar para nada y que eso nos puede traer paz.
En medio del torrente infinito de información que consultamos todos los días por internet, los espacios de silencio son necesarios. Ejercerlos, en este contexto, podría entenderse como recuperar el espacio personal. Actualmente, incluso desde la virtualidad, se requiere de sana distancia de los demás.
MUY INTERESANTE.