No existe evidencia científica de que la inteligencia esté ligada al bienestar en la vida. Puede ser que el pensamiento crítico sea una mejor alternativa.
Entre las habilidades que se identifican como “deseables” entre los seres humanos, quizá una de las más buscadas es la inteligencia. Encontrar patrones iguales, resolver problemas matemáticos rápidamente, aprender idiomas con facilidad: todas estas características están asociadas a la inteligencia humana.
Sin embargo, ninguna de éstas realmente garantiza un bienestar en la vida. Si bien es cierto que un buen desempeño académico podría facilitar que algunas puertas se abran, pocas herramientas son tan útiles a nivel conceptual, social y político como el pensamiento crítico. De esto se trata.
Las pruebas del mundo real
Igor Grossman es un psicólogo de la Universidad de Waterloo. Junto con sus colegas, asegura que la mayoría de las pruebas de inteligencia no consideran la toma de decisiones en el mundo real. Por esta razón, las personas con un puntaje muy alto en las pruebas de IQ no están exentas de tomar decisiones estúpidas en la vida real.
La capacidad de pensar críticamente se deja de lado. Es común, además, que se confunda directamente con la inteligencia, pero son atributos diferentes en el ser humano. Por el contrario, el pensamiento crítico, según Heather A. Butler, profesora asistente en el departamento de psicología de la Universidad Estatal de California, se define como sigue:
“El pensamiento crítico es una colección de habilidades cognitivas que nos permiten pensar racionalmente de una manera orientada a objetivos y una disposición para usar esas habilidades cuando sea apropiado. Los pensadores críticos son amables escépticos. Son pensadores flexibles que necesitan evidencia para sustentar sus creencias y reconocen los intentos falaces de persuadirlos”.
Por esta razón, esta herramienta cognitiva flexibiliza los procesos de pensamiento de los seres humanos. No sólo permite mirar un problema o una situación desde diferentes ángulos, sino que ayuda a superar ciertos puntos ciegos que pueden mantenerse culturalmente con respecto a ciertos temas.
Romper el velo del prejuicio
El pensamiento crítico obliga a las personas a pensar por sí mismas. El punto es salirse de la zona de confort para confrontar los tabúes sociales y la manera en la que nos acercamos a ciertos asuntos, muchas veces fuera de nuestro campo de visión.
El filtro principal es la experiencia de la persona. Ahí es donde radica el problema principal: muchos de nosotros no estamos dispuestos a confrontar nuestras creencias, o los fundamentos que sostienen nuestros edificios conceptuales.
Las personas que sí hacen uso del pensamiento crítico muchas veces son aquellas que hacen comentarios incómodos, que rompen el velo de los prejuicios que tenemos a priori acerca de asuntos específicos. Por esta razón, el pensamiento crítico puede ejercitarse y desarrollarse con el tiempo.
MUY INTERESANTE.