México vive un momento crítico. Cada día aparecen hechos que confirman que la violencia y la impunidad están marcando la vida diaria.
La extorsión ya no es un delito aislado: es una red de control económico y político que asfixia a miles de negocios y empuja a comunidades enteras al miedo y al abandono. El asesinato del alcalde de Uruapan y las movilizaciones que estallaron muestran un país cansado de vivir con miedo y harto de la falta de respuestas.
La extorsión: el delito que está desangrando al país
En lo que va del año se reportan miles de víctimas, pero todos saben que la cifra real es mucho mayor, porque reina la desconfianza para denunciar. La extorsión está matando MiPyMEs, destruyendo empleos, vaciando territorios y provocando una migración silenciosa. En lugares como Tijuana, donde se han vivido ciclos duros, también se han encontrado caminos para revertir tendencias y demostrar que sí puede haber soluciones si hay presencia real del Estado.
El llamado urgente para que el Estado haga su trabajo
COPARMEX exige una estrategia nacional seria, que vaya más allá de partidos y ciclos políticos. Se pide al Gobierno Federal actuar ya contra la extorsión, al Senado aprobar la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Extorsión, y a gobiernos estatales y municipales depurar y fortalecer sus policías. Desde el sector empresarial se trabaja con diagnósticos, observatorios, pactos locales por la paz y apoyo a víctimas. Todo parte de una idea central: México sí puede vivir en paz, pero solo si Estado y sociedad asumen su responsabilidad histórica.