Con más de 1.2 millones de personas infectadas por el nuevo coronavirus en todo el mundo, el jefe de Naciones Unidas pidió “paz en el hogar”, preocupado por el aumento de la violencia doméstica al agravarse los costes financieros y sociales de la pandemia.
Las autoridades de Estados Unidos alertaron de malas noticias por llegar en el país más afectado, donde los suministros médicos escaseaban y las morgues quedaban saturadas. Autoridades japonesas valoraban declarar el estado de emergencia ante el aumento de las infecciones en la tercera economía del mundo, que tiene la población más envejecida del planeta.
Según medios, esa declaración abarcaría la megalópolis de Tokio y otras zonas, unas pocas semanas después de que se aplazaran los Juegos Olímpicos de verano hasta el año que viene.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, describió un “espantoso aumento global de la violencia doméstica” en las últimas semanas. Tras pedir un cese el fuego inmediato en todos los conflictos armados el pasado 23 de marzo, el domingo por la noche dijo en un comunicado que era hora de pedir el final de toda la violencia “en todas partes, ahora”.
“Para muchas mujeres y niñas, la amenaza es mayor allí donde deberían estar más seguras, en sus propios hogares”, apuntó Guterres. “De modo que hoy hago una nueva llamada a la paz en casa -y en las casas- de todo el mundo”.
También señaló que los servicios médicos y la policía estaban superados y que otras alternativas para ayudar a las víctimas estaban al límite o no disponibles, después de que las comunidades redujeran los servicios durante las cuarentenas para combatir la pandemia.
“Insto a todos los gobiernos a hacer de la prevención y reparación de la violencia contra las mujeres una pieza clave de sus planes de respuesta nacional para el COVID-19”, añadió Guterres.
En Japón, el primer ministro, Shinzo Abe, preparaba una declaración de emergencia en Tokio y otras ciudades para el martes, según medios.
También se esperaba que su Gobierno anunciara un paquete económico valorado en 550 mil millones de dólares para financiar las medidas contra el virus y apoyar a empresas y el mercado laboral.
Las autoridades japonesas informaron que no podían imponer una suspensión de actividad como las declaradas en China o partes de Europa, una limitación del gobierno que es en parte una herencia de la historia autoritaria de Japón hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
La mayoría de las medidas en la declaración de Abe serían peticiones e instrucciones, sin sanciones para los infractores. Pero esas peticiones supondrían una gran presión psicológica para la población.
Tokio reportó más de 100 casos nuevos por segundo día consecutivo, sumando mil 33 para el domingo. En todo el país se han reportado más de 4 mil casos y más de 80 muertes por el nuevo virus.
En Estados Unidos, el principal asesor médico del gobierno advirtió de que muchos afrontaban “la semana más dura y triste” de sus vidas, mientras que Reino Unido asumió el ingrato título de foco de infecciones más mortal de Europa, tras un aumento récord de fallecimientos en 24 horas que superó incluso a la golpeada Italia.
El primer ministro británico, Boris Johnson, fue hospitalizado 10 días después de ser diagnosticado con COVID-19, la enfermedad que produce el nuevo virus. Fue una “medida preventiva”, señaló su oficina, y Johnson seguía al mando del gobierno.
En muchos lugares de Asia se han producido victorias contra la enfermedad.
Sin embargo, el viceministro surcoreano de Salud, Kim Gang-lip, expresó su preocupación este lunes por la relajación en el seguimiento del distanciamiento social, lo que según dijo expone al país a una “explosión” de infecciones.
El país reportó 47 casos nuevos, el aumento diario más pequeño desde el 20 de febrero, aunque cada vez más contagios se han asociado a personas llegadas del extranjero ahora que estudiantes y otros ciudadanos surcoreanos regresan a casa desde Occidente tras la suspensión de los cursos y el deterioro de la situación fuera de su país.
Algunas zonas muy afectadas vieron atisbos de esperanza, con aparentes descensos en el número de muertos en la ciudad de Nueva York, España e Italia. Sin embargo, las autoridades advirtieron que cualquier avance podría perderse si la gente dejaba de cumplir las estrictas cuarentenas.
La gran mayoría de los infectados se recuperan del virus, que se transmite a través de partículas microscópicas de toses o estornudos. La mayoría de los enfermos sufre síntomas leves o moderados como fiebre y tos. Pero el virus puede matar o causar complicaciones graves como la neumonía en otras personas, especialmente ancianos o pacientes con problemas médicos previos.
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