El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el 11 de febrero que impondrá aranceles recíprocos a países que aplican tarifas comerciales más altas sobre productos estadounidenses. Esta medida busca igualar los aranceles y contrarrestar barreras comerciales no arancelarias como regulaciones, impuestos y subsidios gubernamentales que dificultan el comercio para Estados Unidos.
Objetivo: nivelar el campo de juego comercial
Trump explicó que si otro país impone un arancel o impuesto alto, Estados Unidos responderá con el mismo nivel de tarifa. Esto, según el presidente, permitirá nivelar las tarifas aduaneras entre países y asegurar un comercio justo. Países como Brasil o Tailandia, que imponen altos aranceles para proteger sus economías, se verán especialmente afectados.
Impacto sobre la relación comercial con México y Canadá
Los aranceles también incluyen a México y Canadá, quienes hasta ahora estaban exentos de los aranceles al acero y aluminio del 25%. Trump ha puesto presión sobre estos países a través de nuevas tarifas en busca de acuerdos sobre inmigración ilegal y la lucha contra el tráfico de fentanilo.
Preocupaciones sobre el impacto económico
Aunque Trump justifica estas medidas como una forma de proteger la economía de EE.UU., economistas advierten que esta estrategia podría generar represalias y afectar a sectores vulnerables, como la agricultura. Además, los consumidores podrían ver un aumento en los precios de productos importados debido a los aranceles, lo que podría afectar la inflación y descontentar a la opinión pública.
La estrategia de aranceles como presión política
Trump utiliza los aranceles no solo como una herramienta económica, sino también como una forma de presión política. Su enfoque de "ojo por ojo" busca forzar a otros países a reducir sus aranceles. Sin embargo, esta política podría hacer que los mercados extranjeros se vuelvan menos atractivos para las empresas estadounidenses y cambiar el panorama comercial global.