La omisión y negligencia de las autoridades han buscado invisibilizar casos de feminicidio haciéndolos pasar por homicidios o suicidios. Mariana, Fernanda, Yang Kyung María Jun Borrego y Campira, fueron víctimas de le violencia feminicida e institucional. Estas son sus historias.
Mariana Lima Buendía tenía 29 años cuando fue asesinada el 29 de junio de 2010, en Chimalhuacán, Estado de México.
Conoció a su pareja Julio César ‘N’, en la Fiscalía de Chimalhuacán, cuando ella concluía la licenciatura en Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Mariana fue víctima de violencia psicológica, económica, violencia física y sexual; esta culminó en feminicidio el 28 de junio de 2010, un día después de que ella le comunicara a su madre, Irinea Buendía Cortés, la decisión de dejar a su pareja y volver a casa con sus padres.
El 29 de junio, Julio César ‘N’ acudió a las oficinas del Ministerio Público en Chimalhuacán, para denunciar el ‘suicidio’ de su esposa, a quien, declaró, haber encontrado sentada sobre un pequeño buró de madera y colgada con un cordón de una armella fijada en la pared, desde donde la bajó para ‘practicarle los procedimientos de reanimación’.
Luego de una ardua lucha por parte de su madre, Irinea Buendía -ahora defensora por los derechos de las mujeres- la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó al gobierno del Estado de México investigar nuevamente con perspectiva de género y debida diligencia la muerte de Mariana. Hecho que se convirtió en histórico al ser la primera sentencia del alto tribunal por un caso de feminicidio.
El 15 de junio de 2016 finalmente se consignó al presunto responsable por el delito de homicidio calificado. Y el 23 de junio de logró su aprehensión.
Esto tras una exhumación de los restos de Mariana, donde se determinó que fue asesinada por asfixia. Sumado a esto, un análisis del contexto determinó que quien cometió el homicidio fue su pareja, ‘Julio N’, quien al momento de perpetrar el delito trabajaba como policía ministerial.
En este 2020 –10 años después del feminicidio– será cuando se concluya la etapa de desahogo de pruebas y se dicte una nueva sentencia apegada a la perspectiva de género.
Fernanda Sánchez Velarde fue asesinada el 4 de enero de 2014. Ella vivía con su esposo en Cuautitlán Izcalli, Estado de México. Tenía un hijo y estaba en espera de otro, debido a la violencia que vivía con su pareja, quería separarse de él.
El ver su cuerpo suspendido fue razón para determinar que se trataba de un suicidio. Sin embargo, en su caso destacó que también tenía golpes en el cuerpo y rostro, así como cortaduras en los brazos.
Tras diversas irregularidades, los hermanos de la joven y su madre, Magdalena Velarde, se dieron a la tarea de buscar justicia para su hija. Un par de años después del crimen, lograron que se tipificara como homicidio; sin embargo, la investigación está congelada y el presunto feminicida libre.
La exigencia de justicia provocó que torturaran y asesinaran a los dos hermanos de Fernanda, Daniel y José Alberto, entonces de 24 y 26 años de edad.
Ahora, Magdalena Velarde recorre este camino de exigencia, sin sus hijos y desplazada de su hogar por la violencia y acoso del que es víctima.
Yang Kyung María Jun Borrego, tenía 21 años cuando fue asesinada. Tenía una relación sentimental con Jorge Humberto ‘N’ desde el año 2011. Sin embargo, en 2014 el hombre la asesinó.
Debido a las omisiones y negligencia de las autoridades, en un principio se determinó que se trataba de un suicidio, lo que abrió el camino para que se perpetrara un segundo feminicidio.
El día 21 de septiembre de 2014, aproximadamente a las 20:13 horas, el padre de Jorge Humberto ‘N’ llamó a la madre de Yang para informarle que su hija había tenido un accidente. Al llegar al departamento ubicado en la colonia Doctores, éste le informó que Yang se había suicidado.
De acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), el cuerpo de Yang no fue encontrado en suspensión ya que Jorge Humberto ‘N’ refirió que él la encontró colgada y la trató de bajar, razón por la cual, según su declaración, el cuerpo había resbalado por las escaleras, quedando recostado sobre éstas.
En la investigación existieron diversas irregularidades y omisiones, el lugar de los hechos no fue preservado de manera adecuada, y el objeto con el que supuestamente se ahorcó, a pesar de haber sido embalado y resguardado, actualmente se encuentra extraviado. Además, el cuerpo de Yang tenía lesiones y con la ropa desgarrada. Sin esto fue ignorado por las autoridades de la Ciudad de México.
En ese momento fue todo, se cerró el caso: Yang se había suicidado. Sin embargo, dos años después ocurrió el feminicidio de Campira Camorlinga Alanís.
El 1 de enero de 2017, Campira fue localizada sin vida al interior de su departamento en Santo Domingo, Coyoacán. Se argumentó que había muerto por asfixia, lo que llevó a las autoridades a pensar que se traba de un suicidio.
Sin embargo, también presentaba golpes y cortes en los brazos, sumado a esto, le habían cortado el cabello. “El asesino se lo llevó como un trofeo”, argumento la madre de la joven. El responsable: también Jorge Humberto ‘N’.
El hombre huyó a Guatemala, donde fue capturado. Jorge ‘N’ fue vinculado a proceso por el feminicidio de Campira. Sin embargo, el caso de Yang Kyung es aún más complicado y la familia continúa luchando para que sea reclasificado como feminicidio.
Ellas fueron víctimas de violencia feminicida, que incluye a sus asesinos pero también a las autoridades que, sin perspectiva de género, decidieron ignorar el contexto en el que las mujeres vivían. Sus madres ha sido las encargadas de recorrer difíciles caminos de judiciales, ellas buscan dignificar la memoria de sus hijas, ellas siguen en pie, sin ellas y sin justicia.