Julián Ramírez, director del Colegio Kukulcán, no duda en afirmar que el pasado lunes “vivimos un infierno por la represión de los policías”, quienes arrastraron al Palacio Municipal a varias muchachas detenidas, “las manosearon, amenazaron de muerte y golpearon, al igual que a mí”.
Y añade: a los policías no les importó que había todo tipo de personas en la manifestación, incluso niños, “Se fueron también sobre aquellos, que estaban grabando”.
Pese a un fuerte golpe en la parte izquierda del hueso frontal de la cabeza, que le dejó una cicatriz de unos 10 centímetros, que abarca desde el nacimiento del cabello hasta la altura de la nariz, moretones y golpes diversos en el rostro, afirma tajante: la ciudadanía está harta de tantos asesinatos de mujeres.
Ramírez es director de la escuela donde estudiaba Bianca Alejandrina Lorenzana, la joven brutalmente asesinada el pasado fin de semana, recuerda que decidió a acompañar a alumnas y alumnos indignados por lo sucedido, sin imaginar que serían reprimidos a balazos y sometidos a golpes y vejaciones.
Entrevistado luego de interponer ante la Vicefiscalía una denuncia judicial contra agentes de la policía por la golpiza que recibió durante la represión, lamenta que en la entidad no haya una política de seguridad pública que remedie la situación. “La población está harta, pues Cancún dejó de ser un paraíso para ser un lugar donde están asesinando a mujeres”.
También señala que fue testigo de cómo los policías, en su mayoría municipales, se lanzaron contra la gente y la agredieron con saña. Incluso, vio cómo golpeaban con una tonfa a un alumno que estaba en el suelo, indefenso. “Intervine y acabé agredido y detenido en el Palacio Municipal”.
“En un momento comenzó a salir gran cantidad de policías de los costados del Palacio Municipal, quienes accionaron sus armas de fuego. Escuché cómo gritaban “¡pinches viejas, put.. ahora sí van aprender!”, al tiempo que golpeaban con las macanas a los que se topaban a su paso”, afirma.
El profesor señala que trató de ayudar a todo tipo de personas en la manifestación, en la que, incluso, había niños, contra los que arremetieron porque estaban grabando. Al ver que había muchas cámaras, hubo policías que se quitaron las casacas para no ser identificados.
Lamenta que “estaba la Guardia Nacional y, pese a que tiene la obligación de salvaguardar la integridad de los ciudadanos, no hizo nada, tardó mucho en aparecer”.
“Cuando me detuvieron, me golpearon y patearon. Dije que la chica muerta era mi alumna, pero respondieron que me iban a dejar peor que a ella, y cuando indiqué que era de Derechos Humanos, siguieron golpeándome y expresaron que ‘a la ver… los derechos humanos’”.
¿Esos son los funcionarios públicos de Seguridad Pública que tenemos?, se pregunta.
También escuchó como había mujeres que gritaban por las agresiones, pedían que las dejaran de golpear, estaban sobre ellas, las manoseaban al grado de que ellas exigían: “sácame los dedos de ahí”.
“Estuvimos esposados, no dejaban pasar a observadores de Derechos Humanos, incluso negaron que hubiera detenidos”, recalca y menciona que su denuncia fue por lesiones, abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad, tortura, homicidio en grado de tentativa, robo a mano armada y lo que resulte.