La noticia que salió desde Aguililla cimbró al país: un elemento de la Guardia Nacional abrió fuego dentro de un cuartel y mató a tres militares, dejando además a otro gravemente herido.
El hecho ocurrió el 6 de diciembre y, hasta ahora, las razones siguen bajo investigación. Todo pasó dentro de una instalación militar donde, según un funcionario que habló de manera reservada, el agente habría disparado sin un motivo claro, algo que está siendo analizado a fondo.
El responsable fue detenido de inmediato y permanece bajo custodia, mientras la Fiscalía General de la República atrajo el caso por tratarse de un hecho que involucra a fuerzas federales dentro de un recinto oficial. El impacto fue enorme porque esta zona ya venía bajo un refuerzo de seguridad tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. En pocas palabras, el ambiente ya estaba tenso… y esto lo elevó aún más.
Coche bomba en Coahuayana y una violencia que no da tregua
Como si la situación no fuera suficiente, horas antes se registró la explosión de un coche bomba en Coahuayana, frente a una instalación policial. El saldo fue brutal: cinco muertos y al menos siete heridos. Entre las víctimas había policías comunitarios y el propio conductor del vehículo. Al inicio se habló de un acto de terrorismo, pero después se reclasificó como un ataque relacionado con la delincuencia organizada.
La presidenta Claudia Sheinbaum pidió esperar los avances de la investigación antes de sacar conclusiones, y será la FGR quien determine por qué cambió la clasificación del atentado. Lo que sí queda claro es que estos dos hechos encendieron las alarmas a nivel nacional, no solo por su violencia, sino porque ocurrieron pese al enorme despliegue federal en la zona.
Michoacán: entre crimen organizado, operativos y tensión constante
Michoacán lleva años convertido en un terreno en disputa, especialmente entre el CJNG y grupos criminales locales. Aunque el gobierno federal envió recientemente casi 2 mil elementos del Ejército y la Guardia Nacional como parte del llamado ‘Plan Michoacán por la Paz y la Justicia’, la violencia sigue abriéndose camino.
El asesinato del alcalde Carlos Manzo ya había generado protestas y exigencias de seguridad, y a ello se suma la muerte de Bernardo Bravo, líder citrícola de Apatzingán. Todo esto ocurre en un estado que es gigante en producción agrícola, sobre todo de limón y aguacate, sectores que también sufren por la presencia criminal.
En resumen, la tensión en Michoacán está más viva que nunca. Tiroteos dentro de cuarteles, coches bomba y operativos cada vez más grandes pintan un panorama que no parece fácil de resolver.