Un estudio publicado en Nature Molecular Psychiatry sacudió lo que creíamos sobre la ansiedad: personas con este trastorno presentan niveles más bajos de colina en zonas clave como la amígdala y la corteza prefrontal.
La colina no es solo “un nutriente más”, es parte del sistema que permite regular emociones, aprender, mantener las neuronas estables y apagar la alarma mental cuando ya no hay peligro. Cuando falta, el cerebro se queda en modo alerta permanente, muy parecido a la ansiedad clínica.
Este hallazgo desmonta la idea de que la ansiedad es solo emocional. También es neuroquímica, física y profundamente biológica.
Por qué la colina importa tanto para el cerebro y las emociones
Aunque solemos relacionar la colina con el hígado o el embarazo, su papel en el cerebro es igual de crucial. Forma parte de la acetilcolina —clave en la regulación emocional— y ayuda a que las neuronas se comuniquen bien.
Cuando los niveles son bajos, se afecta:
La forma en que percibimos amenazas.
La capacidad de modular el estrés.
La velocidad con la que se activa la respuesta de “lucha o huida”.
Por eso algunas personas sienten un estado de preocupación constante, incluso sin un detonante claro.
El estudio plantea que la colina podría convertirse en un biomarcador para predecir riesgo de ansiedad, una idea que encaja con el rumbo actual de la salud mental personalizada.
Eso sí, no significa que “la ansiedad se cure con colina”. Simplemente revela que el cerebro necesita un cierto equilibrio nutricional para funcionar sin hiperactivarse.
Lo que podría cambiar en el tratamiento y lo que aún falta por entender
Los especialistas creen que en el futuro podrían existir terapias personalizadas basadas en neuroquímica, donde medir la colina sea parte de la evaluación clínica. Pero por ahora, el enfoque sigue siendo integral: psicoterapia, sueño adecuado, actividad física, buena alimentación y atención médica.
Muchos se preguntan si comer más colina ayuda a reducir la ansiedad. Los investigadores aclaran que aún no hay pruebas. Mantener buenos niveles es útil para el cerebro, pero no hay garantía de que mejore la ansiedad.
Alimentos con colina hay muchos: huevo, hígado, pollo, pescado, soja, brócoli… pero cualquier cambio debe consultarse con un profesional.
El estudio tiene límites: aún no se sabe si la colina baja causa ansiedad o si la ansiedad reduce la colina, falta ampliar muestras y definir cuánta colina necesita el cerebro para funcionar de forma óptima.
Aun así, el hallazgo abre una nueva manera de ver la ansiedad: no es cuestión de “echarle ganas”, sino un fenómeno donde la biología también pesa. Entender esto permite tratamientos más humanos, basados en evidencia y menos estigmatizantes.
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