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Obesógenos: químicos ambientales que aceleran la obesidad y enfermedades

La prevalencia de obesidad sigue creciendo a nivel global, casi triplicándose desde 1975 y aumentando cinco veces en niños y adolescentes, según la OPS. Sin embargo, el exceso de calorías no explica todo; los obesógenos, compuestos químicos presentes en el ambiente, podrían estar alterando el metabolismo y el almacenamiento de grasas, contribuyendo a la crisis de salud pública.

¿Qué son los obesógenos?

Los obesógenos son disruptores endocrinos que interfieren con el funcionamiento hormonal y afectan múltiples procesos corporales. Entre sus efectos se incluyen:

  • Alterar el metabolismo para favorecer la acumulación de grasa.
  • Estimular el apetito, actuando sobre el cerebro.
  • Acumularse en tejido graso debido a su solubilidad en lípidos y vida prolongada.

Fuentes comunes de obesógenos

La exposición es constante y ocurre a través de dieta, piel y respiración. Algunos de los más estudiados son:

  • Bisfenoles (BPA, BPS, BPF): botellas plásticas, latas de conserva, papel térmico.
  • Ftalatos: juguetes, perfumes, cosméticos.
  • PFAS: detergentes, utensilios de cocina.
  • Retardantes de llama: muebles, electrónicos.
  • Pesticidas y metales pesados: DDT, arsénico, cadmio.
  • Edulcorantes y aditivos: aspartamo, sucralosa, MSG.

Impacto de los obesógenos en la salud

La exposición a obesógenos altera la comunicación hormonal entre órganos y sistemas, aumentando riesgos de:

  • Alteraciones reproductivas e infertilidad.
  • Tumores de mama, ovario y próstata.
  • Desarrollo del sistema nervioso central y problemas de tiroides.
  • Enfermedades metabólicas: obesidad, diabetes, resistencia a insulina y leptina.
  • Inflamación crónica en tejido adiposo.

Estudios muestran que la exposición temprana a BPA en animales puede provocar sobrepeso y diabetes tipo 2 en la adultez, mientras que estudios humanos confirman un vínculo con diabetes y obesidad.

Efectos transgeneracionales

Los obesógenos pueden afectar generaciones futuras mediante cambios epigenéticos. Por ejemplo, la exposición al DDT en ancestros impactó el aumento de peso en nietos, destacando la importancia de reducir la exposición desde hoy.

Cómo reducir la exposición

Aunque la eliminación total es difícil, se recomienda:

  • Elegir productos libres de BPA y ftalatos.
  • Evitar envases plásticos y latas de conservación innecesarias.
  • Priorizar alimentos frescos y minimizar aditivos.
  • Apoyar regulaciones y políticas que reduzcan la presencia de químicos obesógenos.

Los obesógenos son un factor subestimado en la epidemia de obesidad y enfermedades metabólicas. Reconocer su influencia es clave para prevenir riesgos desde la infancia y promover hábitos de consumo más seguros.