La pandemia de COVID-19 ocasionada por el virus SARS-CoV-2 ha generado varios cambios en nuestra sociedad, incluso algunos que son positivos, entre ellos, la conciencia social en la salud general y en el bienestar ha aumentado exponencialmente.
El virus ataca de forma más severa en aquellos pacientes que padecían o padecen una enfermedad de base. Y más aun si esta enfermedad está relacionada con la inflamación.
En medio de este escenario, la salud bucal no deja de ser de gran importancia. Los pacientes con periodontitis, inflamación severa de las encías, tienen una inflamación constante de grado bajo extendida por todo el cuerpo que aumenta el riego de sufrir otras enfermedades como infarto agudo de miocardio, hipertensión, un peor control de la diabetes, incluso partos prematuros.
Los adultos mayores y las personas con muchas afecciones graves son los que más probablemente presenten síntomas persistentes del COVID-19, pero incluso las personas jóvenes y sanas pueden sentir malestar durante semanas a meses después de la infección. Uno de los síntomas reportados tiene que ver con nuestra salud bucal y se trata de la posible pérdida de dientes e inflamación de la encías a causa de haber padecido el nuevo coronavirus. Si bien aún no hay pruebas científicas precisas de que la infección pueda derivar en la pérdida de piezas dentales o problemas relacionados, cada vez hay más personas que aportan pruebas y mencionan que han perdido dientes, que tienen las encías más rojas y sensibles, que sus piezas se astillas o se vuelven grises.
Estos pacientes que presentaban periodontitis severa o avanzada y han sido infectados por COVID-19 han tenido un riesgo nueve veces mayor de fallecer y 3,5 veces más posibilidades de ingresar en una UCI, según un estudio llevado adelante por especialistas en odontología de varios países y publicado en el Journal of Clinical Periodontology.
Resulta que las complicaciones derivadas de la infección por COVID-19 son inflamatorias. Es decir, se produce una respuesta de inflamación en nuestro organismo como combate al virus. Muy similar, casualmente, a lo que ocurre en los pacientes con periodontitis, donde las bacterias invaden la encía y nuestro cuerpo responde inflamándose, perdiendo el hueso que soporta los dientes.
Esa inflamación a través de la liberación de mediadores se extiende por nuestro cuerpo, afectando otros órganos. Como en pacientes con COVID-19 la inflamación de ambos procesos se suma, el riesgo de fallecer se dispara. El diagnóstico y tratamiento de la periodonitis, antiguamente llamada piorrea, es simple en la mayoría de los pacientes.
El rol de los odontólogos durante la pandemia
“Somos los que estamos en la primera línea de posible contagio ya que tenemos contacto directo con los pacientes. Lo más alarmante de esto es que durante los tratamientos los odóntologos solemos emitir gotitas ya que tiramos agua, tiramos aire, aspiramos por eso es vital que pongamos el foco en las medidas de prevención”, aseguró a Infobae a mitad del año pasado la odontóloga Valeria Orlando.
Los dentistas, los equipos de higienistas y auxiliares han estado expuestos al virus durante todo este tiempo por motivos obvios. La distancia de trabajo hasta la cavidad oral de los pacientes suele situarse a unos 35 centímetros aproximadamente. Sin embargo, el contagio entre odontólogos y en clínicas dentales ha sido inapreciable. Las clínicas dentales han demostrado ser una vez más un lugar muy seguro en la prevención de la infección cruzada, de virus en este caso.
Es comprensible que esta evidencia sorprenda a la población general pues hemos entendido que la principal vía de contagio del virus es por la boca. ¿Qué han hecho bien los dentistas? Protegerse con máscaras, FPP2 en su mayoría, y pedir a los pacientes que se realicen enjuagues con cloruro de cetilpiridinio (CPC) al 0,05% solo o con clorhexidina (CHX) durante un minuto antes de cualquier exploración o intervención.
Florencia Soria, también odontóloga, acudió a varias urgencias durante el comienzo de la pandemia. “Utilicé una cofia, doble barbijo, antiparras, guantes y tapabocas. Como primera medida al paciente le vamos a dar todos los elementos para que se desinfecte cuando llegue de la calle. Luego le vamos a dar un camisolín estéril descartable, ya que viene de afuera y no sabemos con qué estuvo en contacto y guantes para que no toque ninguna superficie. En el caso del profesional, tendrá el mismo un traje especial, un barbijo N95, antiparras o pantalla de aislamiento acrílico, guantes y tapa botas”, explicó Costa.
El primer principio activo, el CPC, ha demostrado en estudios de laboratorio reducir la carga viral extremadamente y así reducir mucho el contagio por saliva o aerosoles. Estudios más recientes parecen indicar que la CHX también tiene esa capacidad.
Esta seguridad más que demostrada, unida a la importancia de prevenir la inflamación, son argumentos potentes para estar muy atentos mientras dure la pandemia (y después, por supuesto) a la salud bucodental.
La mayor parte de la gente que tiene la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19) se recupera completamente en unas semanas. Pero algunos —aun aquellos que han tenido una enfermedad leve— pueden seguir presentando síntomas después de su recuperación inicial. Estas personas a veces se autodescriben como “enfermos a largo plazo”, y la enfermedad se conoce como síndrome post- COVID-19 o “COVID-19 larga”.