Tlaxcala, Tlax.- A menos de un año de iniciar su administración, el gobierno municipal de San Pablo Apetatitlán, encabezado por Azaín Ávalos Marbán, enfrenta una creciente inconformidad social. Los habitantes expresan su molestia por la falta de resultados concretos, una gestión opaca y la percepción de un gobierno improvisado, sin rumbo ni respuesta clara a las necesidades más urgentes.
Servicios públicos abandonados y áreas estratégicas debilitadas
Las principales críticas se enfocan en el abandono de servicios públicos, la ausencia de obras y la desatención de áreas clave como seguridad, ecología, juventud y deporte. Estas omisiones han debilitado la estructura municipal, generando un ambiente de decepción y reclamos constantes.
Graves irregularidades en el área de seguridad
Especial preocupación ha generado la situación en la Policía Municipal, señalada por operar sin exámenes de control y confianza. Se ha denunciado que Alejandra Franco, quien ocupa un puesto relevante en el área de seguridad, reprobó dichas evaluaciones, mientras otros elementos ni siquiera las han presentado.
Además, versiones filtradas apuntan a posibles actos de corrupción, donde se menciona a Franco, su pareja Baltazar y el director de seguridad pública, quienes estarían involucrados en robos dentro de la corporación.
Ambiente tóxico dentro del ayuntamiento
Internamente, ciudadanos denuncian un entorno donde asesores y funcionarios actúan como si fueran los dueños del gobierno, mientras trabajadores municipales son maltratados y mal remunerados. Esta dinámica ha fomentado el desgaste institucional y profundizado el clima de desconfianza.
Fuga de información y presuntos nexos políticos
La situación se agrava con la filtración de datos sensibles del ayuntamiento, presuntamente orquestada por Rocío Salas Zapata, quien estaría entregando información a su hermana Cecilia Salas y a su cuñado, ambos cercanos al grupo político del panista Ángelo Gutiérrez.
Promesas rotas y expectativas sin cumplir
En medio de las divisiones internas, denuncias de corrupción y descontento generalizado, la promesa de cambio del actual gobierno se diluye rápidamente. La ciudadanía observa cómo, en poco tiempo, la administración de Azaín Ávalos pierde legitimidad y se aleja de las expectativas que generó al inicio de su mandato.
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