La situación política en Uruapan, Michoacán, está que arde después de que siete escoltas del exalcalde Carlos Manzo fueron vinculados a proceso por homicidio doloso calificado, específicamente bajo la figura jurídica de omisión por comisión.
En pocas palabras, se les responsabiliza no solo por lo que hicieron, sino por lo que no impidieron y legalmente debían evitar. La autoridad consideró que tenían la obligación de proteger, actuar y evitar un homicidio, pero no lo hicieron.
Esta audiencia detonó un tema todavía más delicado: el hombre que reclutó a estos escoltas, avaló su ingreso y supervisó su trabajo, ahora es quien se encuentra fuera del radar judicial. Hablamos del coronel retirado José Manuel Jiménez Miranda, señalado como responsable directo de la creación del equipo de seguridad que hoy está en prisión preventiva.
El coronel que formó al equipo ahora está prófugo
La Fiscalía amplió la investigación hacia Jiménez Miranda, quien tenía la encomienda de seleccionar y validar al personal que cuidaba al alcalde. Sin embargo, cuando se le citó para comparecer simplemente no se presentó. Desde entonces es considerado prófugo de la justicia, y la causa penal lo señala igual que al resto: posible responsabilidad dentro del mismo caso de homicidio.
Mientras los siete escoltas enfrentan proceso, el militar retirado permanece ilocalizable, lo que ha puesto en duda la estructura de seguridad del ayuntamiento y los filtros de confianza del propio gobierno municipal.
Antecedentes que agravaron el caso y alimentan la controversia
Su historial dentro de la administración tampoco ayuda. Antes de ser jefe de escoltas, Jiménez Miranda fue director de Seguridad Pública Municipal, pero salió del cargo tras una denuncia de su esposa por violencia intrafamiliar, acusándolo de agresiones físicas y psicológicas. Aunque logró un acuerdo conciliatorio, el hecho quedó registrado.
Tras ello, fue reincorporado a la estructura municipal directamente por Manzo y colocado nuevamente en un puesto clave: jefe de escoltas. Su regreso abrió un capítulo que ahora pesa más que nunca, porque el mismo grupo que él reclutó hoy está detenido y él no aparece. Además de dejar vacía la coordinación, el caso provocó una tormenta política que pone bajo lupa la forma en que se asignan cargos estratégicos en la seguridad local.
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